22 de marzo de 2016

Daredevil Temporada 2: Más grande, más ambiciosa, más irregular, pero también más apasionante














El año pasado se me acabó pasando el reseñar la primera temporada del Daredevil de Netflix. Como ese error ya no lo puedo solventar, solo decir en breves palabras, que Netflix bordó su primer acercamiento a Marvel, con una primera temporada de origen que se podía mirar a la cara con inicios como Batman Begins, con una aproximación al mundo de Matt Murdock soberbia, empezando con un reparto de campanillas que se convertían inmediatamente en los personajes y una sabia adaptación de mil y un cómics del personaje para hacer una recreación adulta e inteligente que supo satisfacer tanto a los seguidores de toda la vida del personaje, como a nuevos aficionados que se engancharían irremediablemente a la vida marcada por la tragedia constante de El Hombre sin Miedo.



Y si la primera temporada fue el Batman Begins de Daredevil, esta segunda temporada es su Dark Knight. Una temporada aún más arriesgada que la anterior, tanto en "scope" como en su mayor acercamiento al lenguaje de las viñetas y a la fantasía del material original, sin olvidar por supuesto ese realismo urbano que tan buenos resultados dio en la primera temporada, oscuro y sórdido, que aquí se acrecienta con la entrada de El Castigador en escena.

Un Castigador interpretado magistralmente por Jon Bernthal, en una de esas caracterizaciones que hacen historia, como el Superman de Reeve o el Joker de Heath Ledger. Una interpretación cargada de magnetismo y que convierte al resto del reparto en meros secundarios, cuando Frank Castle entra en escena.



Y es que la trama del Castigador es el motor de esta segunda temporada, que entrega momentos tan memorables como la conversación entre Frank y Matt durante todo el episodio 3 o el juicio de Frank Castle, con momentos que dejan sin aliento. Además, los guionistas y la interpretación sobrehumana de Bernthal consiguen crear un Castigador temible pero completamente humano y con debilidades, que aterroriza de la misma manera que emociona.



La otra gran trama de la temporada es el regreso de Elektra a la vida de Matt y el surgimiento de La Mano. Y si esta trama entrega algunos de los momentos más Millerianos visualmente hablando y escenas de acción absolutamente impresionantes en concepción y ejecución, también he de decir que aún gustándome me ha dejado un cierto regusto de decepción. El motivo no se le puede achacar a la actriz elegida para acometer el reto, Elodie Yung, que está perfecta en ese personaje entre la seducción y el peligro, ya que su química con Charlie Cox, un perfecto Daredevil y Matt Murdock, es indudable. El motivo, para mi, y sin entrar en detalles que estropeen la trama a aquellos que todavía no la habéis visto, es la decisión de no utilizar la primera historia del personaje, la creada por Miller en su primera etapa al frente de la serie regular de Daredevil a principios de los 80, sino la reinterpretación de Elektra que hizo Miller en la miniserie Daredevil El Hombre Sin Miedo junto a John Romita Jr. en 1993. Es cuestión de gustos y yo me quedo con la original, porque el desarrollo de la misma le da una potencia y un elemento trágico a su relación con Matt, que la que luego ideó Miller en dicha miniserie.



Pero habrá que ver como se desarrollan los acontecimientos en la tercera temporada de la serie, ya que queda mucha tela que cortar entre Daredevil, Elektra, La Mano y Stick. Lo que si que es cierto, es que si la trama de Frank Castle es completamente satisfactoria, la de la Mano, Elektra, Stick y Matt, queda algo inconclusa y en algunos momentos incongruente o falta de explicaciones en algunos aspectos, como por ejemplo toda la trama de los adolescentes raptados. Pero como he dicho antes, me reservo mi opinión final a lo que puedan contarnos en próximas temporadas.



Entre estas dos grandes tramas, Matt tiene que lidiar con Karen, su relación con Foggy y los problemas de su vida personal, representadas en el bufete de Nelson y Murdock. Y aquí también me quedo con ganas de más, de más conversaciones con Foggy, con Karen, pero es que las dos tramas principales no dejan casi espacio para desarrollar esto. Y por supuesto, la sombra de Wilson Fisk es alargada.



Pero el resultado global es espectacular. Porque quitando esas pequeñas cosas de fan quejicoso que soy, la temporada se devora a velocidad inaudita, sabiendo dejar los cliffhangers perfectos para engancharte y hacer un "binge watching" voraz de 13 episodios de una temporada que abraza sin ningún tapujo el origen comiquero y el carácter fantástico de algunas partes de la trama, sabiendo elegir elementos de múltiples etapas del personaje, guiños a las viñetas de lo más sutiles incluídos, para sorprender tanto a los nuevos seguidores del personaje, como a los que hemos leído casi todo lo publicado del mismo.

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