21 de diciembre de 2017

Coco de Lee Unkrich: Pixar vuelve de nuevo a la senda de la originalidad





En los últimos cinco años, Pixar, quitando su brillante Inside Out, había navegado cada vez más en las aguas de su matriz Disney, ofreciendo secuelas más que correctas, pero que languidecían al lado de trabajos suyos tan arriesgados como Wall-E o Up. Parecía que el proceso de Disneyficación de la compañía dirigida por John Lassetter había dejado de lado su apuesta por la revolución y se había domesticado para convertirse en otra muestra más del poderoso merchandising de la cada vez más codiciosa compañía del ratón, haciendo parecer que la original, emotiva e inteligente Inside Out había sido un oasis de creatividad en el desierto de la comercialidad.






Coco demuestra que Inside Out no estaba sola. Y aunque este Coco dirigido por Lee Unkrich no alcance las cimas de la película de Pete Docter, en algunos momentos se le acerca. Por ejemplo, en su riesgo en abrazar una bella e inquietante tradición mexicana como es el día de los muertos, en tiempos del lamentable presidente Trump. También en el hecho de convertir en tema principal de una película que es la apuesta para toda la familia del estudio para las navidades, el tema de la muerte, el recuerdo y la memoria. Un tema que el estudio se atreve a llevar hasta sus últimas consecuencias, aportando los momentos más bellos y emotivos que se puedan recordar de la historia del estudio.






En cambio, Pixar no se atreve a llevar hasta las últimas consecuencias el otro gran tema de la obra: el conflicto entre la responsabilidad familiar y la persecución de un sueño. Un atrevido punto de partida, reflejado de manera repetida tanto en el padre y el hijo del largometraje, pero que es resuelto en el tercer acto, convirtiéndolo en un conflicto entre buenos y malos, haciendo añorar la escala de grises en los que se movía el estudio en sus primeros años de vida y que tan bien le sentaba a una obra que se acercaba al conflicto, más desde una perspectiva a lo Miyazaki que a la de su matriz Disney.








Eso no quita que Coco sea una magnífica película de animación para todos los públicos y uno de los títulos más redondos del estudio en los últimos años, con un diseño de producción fascinante y bello y una aproximación a la muerte reverente pero sin tapujos, sobre todo para una producción para toda la familia. El problema, que su radicalización de puntos de vista algo maniqueo, acaba convirtiendo a una película que podría ser una de las grandes obras del estudio, en una buena película.

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