2 de agosto de 2018

Misión Imposible: Fallout de Christopher McQuarrie: Caída y auge del neo-espía






Hace ya más de dos décadas, la adaptación de la famosa serie de televisión de los años 60 llegó a las pantallas de todo el mundo gracias al empeño de Tom Cruise y su socia Paula Wagner. Unos años 90 donde Tom Cruise equilibró con verdadera maestría el cine de acción junto a otros trabajos y películas que cimentaban su prestigio como actor, más allá de su indiscutible categoría de super-estrella. 22 años después, tanto la carrera de Cruise como la franquicia de Misión Imposible ha cambiado radicalmente. 






En primer lugar, Cruise ha olvidado o abandonado sus intentos de convertirse en un actor respetado y sus trabajos con autores hollywodienses tales como Oliver Stone, Steven Spielberg, Paul Thomas Anderson o Stanley Kubrick y ha intentado con mayor o menor acierto mantener su estatus de estrella, más allá de los envites de la edad y la competencia de las nuevas generaciones. Igualmente, la franquicia protagonizada por Ethan Hunt, ha pasado de dos primeras entregas donde más allá del ferreo control de la producción de Cruise, eran dos vehículos de una era extinta, donde directores con un sello personal aportaban trabajos que aunque eran trabajos de encargo, la fuerte personalidad de sus realizadores dejaban una indeleble impronta autoral en dichos trabajos. Tal es el caso de Brian de Palma y John Woo, directores de las dos primeras entregas de la saga. El primero de ellos supo equilibrar sus geniales delirios barrocos, entregando set-pieces de acción que han quedado en el imaginario colectivo, mientras el hongkonés se cavó su propia tumba con una obra excesiva, donde el imaginario visual de un Woo nunca a gusto con los métodos hollywodienses, se estrellaba de frente con un producto que había sido escrito y re-escrito a mil manos con firmas tan importantes como Robert Towne. A partir de su tercera entrega, Cruise evitó los ataques autorales siendo el amo y señor de la franquicia, contratando a un J.J.Abrams que entregó una competente entrega donde el inexistente sello de Abrams como realizador (más allá de sus efectismos fatuos) daba como resultado "a Tom Cruise film", con todo lo bueno y malo que ello implicaba. Peor resultado obtuvo la siguiente entrega de la franquicia, en manos de un Brad Bird al que el cine de imagen real se le sigue resistiendo, donde más allá de la inspirada escena en Dubai (rascacielos y tormenta de arena) fracasaba en su intento de equilibrar dramatismo con comicidad y fisicidad cartoon






Las cosas cambiaron con la llegada de Christopher McQuarrie a la franquicia en MI5: Nación secreta. McQuarrie, guionista fetiche de Bryan Singer en la primera época del director caído en desgracia y posteriomente reconvertido en más que competente director, coincidió por primera vez con Cruise en calidad de guionista en la desastrosa Valkiria de Synger. A partir de ahí, McQuarrie dirigió su primer largo, Jack Reacher, protagonizado por Cruise. Una competente cinta de acción con toques noir que le puso en el candelero de los nuevos artesanos de un cine de acción americano que necesitaba de directores que entendieran el concepto del plano y del ritmo en una industria donde los excesos y el descontrol estaba haciendo mella en un género repleto de egos desmedidos y poco interesados en aportar al espectador algo más que una experiencia vacía que dejara sin aliento, pero donde la concatenación de planos tuvieran un sentido más allá del efecto montaña rusa descontrolada.

MI5: Nación Secreta se convirtió en una sorpresa más que agradable. Un retorno actualizado de lo mejor de la cinta de DePalma, pero más cercana a las nuevas maneras del cine de acción contemporáneo, con el Batman de Nolan y el Bourne de Greengrass como máximos exponentes. Una cinta que no tenía la impronta autoral de las dos primeras entregas, pero que equilibraba perfectamente su fin último de entretenimiento veraniego, pero sin insultar la inteligencia del espectador. La continuación de la misma, Fallout, devuelve lo mejor de dicha cinta, convirtiéndose no solo en una continuación directa de la misma -novedad en una saga basada en entregas cerradas- sino que a su vez mira y homenajea de manera sutil y elegante el pasado completo de la misma, tanto formal como argumentalmente. 






Fallout se convierte en el Caballero Oscuro nolaniano de Ethan Hunt en sus primeros compases, donde se desmitifica y enfrenta frontalmente a su protagonista con sus propios actos y las consecuencias sociales y personales de dedicarse a un trabajo donde las dos caras del bien y del mal comienzan a fusionarse. McQuarrie plantea un crescendo de tensión constante en los dos primeros actos, que se sustenta en una concatenación de interesantes giros argumentales y escenas de acción excelentemente planificadas que confluyen en el mejor momento de la cinta: la persecución por las calles de París. Hasta ese momento, el espectador es testigo de uno de los blockbusters más interesantes de los últimos años, donde el trabajo de McQuarrie se sitúa por encima de la media en materia de cine de acción y la faceta doble de Cruise como actor/productor entrega al espectador un espectáculo de primer orden que bien merece el precio de la entrada. Lamentablemente, esos excelentes dos primeros actos caen levemente en su tercio final, donde el argumento y los conflictos se resuelven de manera algo convencional y cobarde y la gran set-piece final -con cuatro acciones simultáneas- se vuelve algo irregular y la algo excesiva duración de la cinta comienza a pasar factura al ritmo de la misma. 






Pero más allá de esos leves defectos, Misión Imposible Fallout es una excelente muestra de lo mejor que puede entregar el cine de estudio de gran espectáculo. Dos horas y media de puro entretenimiento inteligente que deja para el recuerdo el control y garra de la dirección de McQuarrie a lo largo de casi todo el metraje y el carisma y profesionalidad de una estrella como Tom Cruise que es capaz de llevar encima de su hombros el peso de una cinta de la envergadura de esta, demostrando que la saga de Misión Imposible sigue teniendo cuerda para rato.

1 comentario:

  1. Recuerdo ver la primera en el cine,,,y salir encantado. Y ya, nunca he visto ninguna de sus secuelas. Pero precisamente llevo esta semana pensando en hacerme toda la saga.....
    Un saludo

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