27 de diciembre de 2018

Spiderman: Un nuevo universo. El poder y la responsabilidad se dan la mano


















La entente formada por Phil Lord y Chris Miller han traído un soplo de aire fresco al cine de animación con trabajos tan interesantes, frescos e irreverentes como The Lego Movie o su fascinante spin-off The Lego Batman Movie, donde conseguían integrar la ironía con el amor y respeto por los materiales parodiados, de la misma manera, aunque con trazo más grueso, que en su canto de amor a las comedias universitarias y buddy movies de los 80 que fueron Infiltrados en clase y su secuela Infiltrados en la universidad, donde los universos de carne y hueso se fusionaban con el espíritu del cartoon






El incomprensible despido de ambos directores y productores de la realización de Solo, el spin-off del contrabandista más famoso del universo Star Wars, por una Kathleen Kennedy que por miedo a no tocar demasiado el juguete prestado va a acabar pudriéndose, les dio pie a los creadores para desarrollar un proyecto a priori algo arriesgado: un nuevo título de Spiderman. Un personaje que tras la trilogía de Sam Raimi finalizada hace poco más de una década, ha tenido tres entregas más en los últimos diez años: las poco inspiradas y mal enfocadas Amazing Spiderman de Marc Webb, la primera por nolanizada y la segunda por integrar los peores elementos de los Batman de Joel Schumacher y el Spiderman 3 de Sam Raimi, más un nuevo título integrado en el universo Marvel cinemático, la correcta pero poco arriesgada Spiderman Homecoming. Sin olvidar las apariciones del personaje tanto en Capitán América: Civil War, como en Vengadores Infinity War. ¿El público y la gran pantalla necesitaba otro Spiderman más?.






La respuesta es un si rotundo. Porque Spiderman: un nuevo universo -inspirado en la saga Spiderverse ideada por el guionista Dan Slott en su versión en cuatricomía- es no solo el mejor Spiderman hasta la fecha -posición que ostentaba el Spiderman 2 de Sam Raimi- donde la historia del personaje, su universo y su tono es perfectamente homenajeado y realzado, sino también un canto de amor al lenguaje del cómic y al lenguaje del cine animado, que en manos de los directores Bob Persichetti y Peter Ramsey -aquí Phil Lord solo se encuentra en tareas de producción- da lugar a la perfecta traslación de los elementos que conforman y diferencian el arte del tebeo del resto de las bellas artes, para realizar -atiende Zack Snyder- el perfecto traspaso del lenguaje del cómic al lenguaje cinético. Así, a partir de una estética de arte urbano, a ritmo de hip hop, Persichetti y Ramsey, aúnan la historia del cómic en menos de dos horas, a través de un juego de formas y texturas, de 2D y 3D bajo la sombra del arte de Bill Sienkiewicz -las onomatopeyas que explotan y surgen orgánicamente de la pantalla, su Kingpin, la integración de los textos de pensamiento y las tipografías asociadas a ellos- más un tono retro, donde la trama es una razón de estilo y las manchas irregulares de color tanto en fondos como en figuras, pasan de ser una limitación de las técnicas de reproducción del pasado, a elemento formal proveniente de la trama central. 






Pero más allá de la revolución artística que es este Spiderman, no puede dejarse de lado que narrativamente consigue en menos de dos horas, integrar la historia de las múltiples iteraciones del personaje, desde una perfecta historia de origen como es la introducción de Miles Morales, el Spiderman afroamericano surgido de la fértil imaginación del guionista Brian Michael Bendis y perfecto ejemplo de la diversidad de la Marvel más contemporánea, hasta un Peter Parker crepuscular que fusiona al Spiderman de Raimi con el Spiderman del universo Ultimate, a nuevas e icónicas incorporaciones del panteón arácnido como Spider-Gwen, versiones cuasi desconocidas a no ser que seas un marvel zombie como Spiderman Noir o la reivindicación de un personaje como Spider-Ham, aparecido en los años 80 dentro de la línea de cómics de humor que tanteo la editorial. Todo ello sin que las múltiples tramas y sub-tramas y la inmensa cantidad de personajes se pisen las unas a las otras, sino todo lo contrario, creando en su diversidad y multiplicidad la perfecta película de Spiderman, donde el poder y la responsabilidad están en el centro de sus en muchos momentos emotiva narrativa, para acabar convirtiéndose en el Spiderman definitivo, de la misma manera que lo fue hace 25 años el Batman animado de Bruce Timm para el cruzado de la capa.

3 comentarios:

  1. que bueno que se sigan haciendo productos de calidad en versiones animadas. Estoy de acuerdo también que la segunda de Raimi es la mejor de Spider. Saludos...

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  2. La he visto con mi hijo de ocho años y le ha encantado. A mi tambien me ha gustado (e incluso emocionado en algunos momentos) y esto que no soy seguidor del trepamuros desde hace varias decadas.
    Me ha gustado mucho y espero que comience una saga.

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