Ya han pasado más de dos años desde que Dan Didio decidiera reiniciar el universo DC en Septiembre de 2011 y consiguiera el odio de todos los aficionados. Dos años en los que solo se han escuchado las voces de los haters y donde parece que nada hay bueno en el universo superheróico más antiguo y longevo de la historia del cómic.
Y por supuesto que ha habido mucho malo, la gran mayoría de las publicaciones de la editorial. Que el reinicio se ha hecho de mala manera, con más errores que aciertos es un hecho. Pero que DC sigue teniendo buenos tebeos y buenos autores (los menos es cierto) se puede descubrir mes a mes. Uno de esos autores es Brian Azzarello y su compañero a los lápices Cliff Chiang y la serie es Wonder Woman.
Que Wonder Woman ha sido un personaje difícil de tratar es un hecho en sus casi 75 años de historia. Si quitamos el valor arqueológico de los tebeos originales y el descubrir los gustos por el bondage y la sumisión de su creador William Moulton Marston y muy posteriormente a finales de los 80 con la revisión del personaje por George Perez en el anterior reinicio de DC, poco bueno se ha publicado de nuestra amazona favorita, más un icono de la cultura popular que un buen personaje.
Y llegamos a la actualidad, con un tebeo que lleva publicados 26 ejemplares y que no ha bajado su nivel en dos años de publicación. Y además, que no se ha visto involucrado en ningún crossover, evento y en el que no ha aparecido el omnipresente hombre murciélago, ni el hombre de acero ni la Liga de la Justicia. Un tebeo que puede leer cualquiera, seas aficionado o no a los superhéroes. Casi un tebeo de Vertigo, con muchas similitudes con el Sandman de Gaiman.
Porque lo que ha conseguido Azzarello es no solo hacer interesante el personaje de Wonder Woman y sus hermanas Amazonas, las cuales rivalizarían con los 300 de Leónidas , sino también con el Olimpo griego con una revisitación de los dioses clásicos que pueden mirarse de tu a tu con los adorados Eternos de la obra de Gaiman.
Y es que la familia es el concepto más interesante de la colección hasta el momento. Tanto la familia real, autoimpuesta, con sus roces, traiciones, mentiras, amores y odios, como la que todos vamos creando y que esta nueva Wonder Woman crea en la tierra. Una familia disfuncional pero tremendamente humana, aunque esté formada por dioses y semidioses.
Azzarello ha tomado el camino inteligente. Si sus incursiones fuera de la serie negra habían sido un fracaso, sea ciencia ficción (Spaceman) o los superhéroes (las ilegibles etapas de Superman con Jim Lee o Batman Ciudad Rota con Risso) aquí da en la diana. Y lo consigue acercando este mundo mitológico al tono y no al terreno de su magistral 100 Balas, un poco como consiguió junto a Lee Bermejo en sus novelas gráficas dedicadas a Lex Luthor y al Joker.
Pero un buen guión no consigue la excelencia sin un trabajo gráfico a la altura de las circunstancias. Y si Eduardo Risso fue su primera gran pareja creativa, y Lee Bermejo la segunda, aquí encuentra a la tercera, Cliff Chiang, un dibujante de línea clara, excelente narrativa y poderosa composición de página que consigue que la lectura de la serie sea un verdadero placer.
Lo malo es que Chiang no es capaz de entregar una entrega mensual, aunque ha realizado unos 16 números de los 26 publicados hasta la fecha, sus sustitutos no han sido dibujantes de relleno de segunda y tercera categoría. El primero de ellos ha sido Tony Akins, que sin ser un mal dibujante, palidece al compararse con Chiang. Lo bueno es que el nuevo sustituto de Chiang es Goran Sudzuka, un dibujante que sin alcanzar el nivel de Chiang es un sustituto que mantiene el tipo muy bien en la colección.
Así que ya sabéis, comprad Wonder Woman, la mejor versión que se ha realizado del personaje, y quizás el mejor tebeo que publica DC Comics en la actualidad. Superhéroes y mitología mezcladas de manera harto eficiente y lo más importante, sin rastro de pedantería, el mayor pecado del intocable Sandman de Gaiman. No os arrepentiréis.
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