De todos los estrenos superheróicos de este verano, la nueva entrega de la saga mutante de Fox quizás era la que esperaba con más ganas. Y no solo porque la saga resurgiera de las cenizas con la magistral First Class, el mejor retrato de Xavier y Magneto que los fans nos pudiéramos esperar, sino porque esta nueva entrega adaptaba la que es la historia más querida y famosa de los mutantes Claremontianos junto a la saga de Fenix Oscura, Días del Futuro Pasado.
Los lectores de cómics de los 80 nos quedamos prendados con lo que fue el canto del cisne de la etapa de Claremont y Byrne, dos capítulos de 22 páginas cada uno que cambiaban el entorno de los mutantes marvelianos para siempre, y a sus lectores con ellos. En un futuro post-apocalíptico (novedoso en la época, sobreexplotado en la actualidad) los mutantes eran encerrados en campos de concentración y exterminados por una humanidad que había creado unos robots (Centinelas) que acababan uno por uno con nuestros personajes más queridos. La Kitty Pryde del futuro debía viajar al pasado e introducirse en su yo joven para evitar que Mística asesinara al senador Kelly y provocará la histeria antimutante y el exterminio de su raza.
En esta séptima entrega del corpus mutante, las cosas son algo diferentes. Aquí es Lobezno quien viaja al pasado y Kitty Pryde es quien le ayuda a conseguirlo. Y a quien tienen que evitar asesinar es a Bolivar Trask de las manos de una víctima que ha abandonado el sueño de Xavier por el de Magneto.
Y aquí es donde la película continúa de manera brillante los hallazgos de First Class. Y aunque el director de esta última, Matthew Vaughn, ha abandonado la silla de director, su sustituto es un viejo conocido de los mutantes cinematográficos, Bryan Synger. Un Bryan Singer que dejó la franquicia en las inútiles manos de Brett Ratner para estrellarse estrepitosamente con Superman Returns y no volver a levantar cabeza cinematográficamente hablando.
Pero el hijo pródigo ha vuelto a casa y su regreso nos entrega su mejor película de la Patrulla X. Atrás queda la modestia de la primera entrega, acercándose a su magnífica X-Men 2 y superándola en intensidad, emoción y dramatismo. Porque lo mejor del caso es que sus X-Men son una presencia testimonial en ese futuro del que solo tenemos dos grandes y dramáticas escenas y donde nos reencontramos con parte del antiguo reparto de la saga. Los verdaderos protagonistas, aparte de Lobezno, son los integrantes de esa First Class, centrados en el triángulo formado por Magneto, Xavier y Mística.
Los tres están perfectos, con un trío de actores que saben sacar lo mejor de si mismos y un director que centra su trama en el conflicto emocional y personal de tres personajes a la deriva y cuyas creencias se han hecho astillas tras los acontecimientos ocurridos al final de First Class. Todo ello aderezado con humor (la llegada de Lobezno al pasado y sobretodo ese gran acierto que es Mercurio, portador de la mejor escena del largometraje), acción, drama y emoción, mucha emoción.
El final de la película y las consecuencias del viaje al pasado solucionan los problemas de secuelas y spin offs tan detestables ocmo X-Men la decisión final y Lobezno Orígenes, cerrando incongruencias, abriendo otras, pero sobre todo renovando la franquicia para seguir avanzando en ella con la misma frescura que en sus orígenes. En definitiva, el mejor X-Men de lo que llevamos de franquicia junto a esa joya que es First Class. Synger, los X-Men y la Fox han encontrado el camino para enfrentarse a Marvel Studios y entregar una película que satisfará con creces a todos aquellos que hemos disfrutado toda nuestra vida con la Patrulla X.
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