13 de diciembre de 2016

Zenith Fase 3 y 4 de Grant Morrison y Steve Yeowell: Conclusión de la irregular génesis del talento de Morrison






































Zenith es a Grant Morrison lo que Miracleman es a Alan Moore. Ambas obras son la génesis de las ideas y el talento que luego ambos autores han transmitido y compartido a lo largo de 30 años y que les sirvió a ambos para dar el salto al cómic americano y ser conocidos internacionalmente y conseguir cambiar un medio anquilosado en su vertiente estadounidense.



 La diferencia estriba en que el Miracleman de Moore aún siendo uno de los primeros trabajos del inglés, mantiene el tipo en el año 2016 y sigue siendo una de las obras cumbres de Moore. En cambio, el Zenith de Morrison es un trabajo cuyo valor es realmente arqueológico y aunque hace vislumbrar el talento que eclosionaría poco después, se queda como ópera prima con algunos aciertos pero deficiente resultado.



Estos dos últimos volúmenes de esta nueva reedición de ECC del material original editado en 2000 AD entre 1987 y 1992 son una buena prueba de ello. La Fase 3 es la particular Crisis en Tierras Infinitas de Morrison, con un punto cínico que luego pulió en trabajos como Animal Man o en la conclusión de la reciente El Multiverso, pero que queda lastrado por el dibujo de un principiante Steve Yeowell y donde el sinfín de ideas del escocés, no son desarrolladas como debieran, primero por la inexperiencia de Morrison y segundo, porque el formato de cinco páginas por capítulo, flaco favor le hacía a la ambición de Morrison.



 El cuarto volumen y final, donde Morrison riza el rizo de la colección, es levemente superior al tercer volumen, un remedo de lo contado por Moore en el final de su etapa al frente de Miracleman, con tintes Lovecraftianos que posteriormente ha elevado a los cielos en tebeos como Los Invisibles o el menos conocido El Asco, pero que queda muy lejos de las intenciones y resultados de Alan Moore y que aunque hay que reconocerle que sabe cerrar todas las incógnitas y secretos en los que había ahondado en los tres volúmenes anteriores, no consigue esa sensación de maravilla que el escocés conseguiría en el futuro cercano con Animal Man, por poner un ejemplo.



En definitiva, un tebeo exclusivamente recomendado a seguidores acérrimos de Morrison como yo. Un tebeo que sirve más como base de estudio para el posterior trabajo del escritor, una rareza para estudiosos de su obra, con aciertos e ideas interesantes aisladas, pero que difícilmente puede ser bendecida como un "must-have" de la obra del autor.

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