Patrulla X: Graduación de Roy Thomas, Denny O'Neil, Neal Adams, Don Heck y Sal Buscema (The X-Men 55 al 66 USA).
La imprescindible colección de Panini Comics dirigida al gran público, Marvel Héroes, que mediante una relación calidad-precio imbatible está ofreciendo al lector neófito una selección del mejor material Marvel tanto clásico como contemporáneo, también puede ofrecer sorpresas agradabilísimas al lector veterano. Este volumen 23 de la colección lo ha hecho.
En sus páginas, Panini ofrece al lector una verdadera etapa de culto de la Patrulla X pre-Claremont, en concreto los últimos 11 números de la colección antes de su cancelación a finales de los años 60, un tebeo que fue editado por Forum en color en la fenecida y añorada colección Clásicos Marve, y posteriormente por la misma editorial, reducida y sin su color en la Biblioteca Marvel de la Patrulla X en el año 2000. En realidad, su cancelación no fue ninguna sorpresa, ya que la Patrulla X creada por Stan Lee, no era ni por asomo la colección que fue con Claremont y vista con el paso del tiempo es una de sus peores creaciones, muy por debajo de sus 4F o Spiderman.
Con el paso del tiempo, el encargado de los mutantes fue Roy Thomas, guionista que también había suplido a Stan Lee en la colección de Los Vengadores, junto a John Buscema. En esta ocasión y en los últimos números que contiene este recopilatorio, tenemos la verdadera razón por la que estos tebeos son míticos y es ni más ni menos que por su dibujante, una verdadera leyenda del cómic, adelantado a su tiempo y que junto a Jim Steranko evolucionó el lenguaje gráfico de los cómics a cotas nunca vistas. Su nombre, Neal Adams.
Porque en honor de la verdad, los guiones de estos tebeos no son nada del otro jueves. La caracterización y personalidad de los personajes es baja por no decir nula, lo que hace que valoremos aun más el trabajo que Claremont hizo con estos personajes. Es una pena ver lo desaprovechada que estaba Jean Grey, mera comparsa en un equipo donde ninguno de los personajes destacaba individualmente. Si, La Bestia era supuestamente graciosa e ilustrada, el Angel era rico y Bobby Drake era un adolescente hormonado con poca experiencia con el género femenino. Por supuesto, Cíclope era el líder atormentado y taciturno, pero más porque sí, que por una verdadera razón. El Profesor Xavier era un hijo de puta con todas las letras, algo que Scott Lobdell, Grant Morrison y Ed Brubaker demostraron a generaciones posteriores.
Thomas un buen narrador de conceptos globales pero pésimo desarrollador de personalidades, consigue su mejor saga con la historia de los Centinelas y Bolivar Trask, presentándonos a uno de los mutantes visualmente más atractivos de la historia, como es Kaos, el hermano de Cíclope. No le va a la zaga Polaris, supuesta novia del Hombre de Hielo, pero que comienza a sentirse atraída por Kaos. Una pena que esa subtrama se trate con tan poca profundidad, con el juego que le habría dado a Claremont en su mejor época. Tras la saga de Trask, introduce a Sauron y posteriormente la Tierra Salvaje y la vuelta de Magneto, un villano que todavía no había demostrado su valía como personaje, ya que tendría que llegar Claremont de nuevo, para tratarlo por lo que realmente es, un héroe caído, cuyas buenas intenciones y lógicos motivos, quedan lastrados por sus dudosos metodos.
Esto no quiere decir que sean malos tebeos ni muchísimo menos. Son producto de su tiempo y un prólogo de lo que estaría por venir. Se leen con la nostalgia y la añoranza del tiempo en el que leías tebeos mientras merendabas tu colacao y no te preocupabas de conceptos como lógica, caracterización, etc... El sentido de la maravilla está en cada página, gracias al talento de Neal Adams, que era capaz a través de sus escorzos imposibles pero tremendamente heróicos y sus arriesgadas y modernas composiciones de páginas de transportar a ese niño que todos llevamos dentro, a un mundo donde todo es más grande que la vida misma.
Cierto es, que Adams comienza a flojear en los últimos números, incluso fallando en un par, donde fue sustituido por un Don Heck que hizo un buen trabajo imitándole y por un Sal Buscema, usado siempre como recambio de última hora.
Un tebeo nostálgico, al que todavía le faltaba ese empujón que les dio Claremont para convertir a la Patrulla X en los referentes del universo Marvel durante dos décadas, pero que en sus páginas contiene suficientes elementos para recomendar su compra
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