Los Juegos del Hambre de Gary Ross (The Hunger Games, 2012)
Un mes después de su estreno americano y de romper la taquilla de dicho país, ha llegado a nuestras carteleras la adaptación del best-seller juvenil de Suzanne Collins. Su legión de aficionados, su rompedor éxito de taquilla y las buenas críticas recibidas al otro lado del charco aumentó las expectativas ante este primer título de una nueva saga cinematográfica.
El resultado final, tanto literario como cinematográfico, no pasa de lo correcto. Cierto es que nos encontramos ante un título juvenil y que como tal cumple de sobra lo esperado por el mismo. Pero lógicamente, su público y su ámbito de actuación limita una obra que con otro público objetivo podría haber llegado a mucho más.
El argumento es muy sencillo y si no habéis vivido en una cueva lo conoceréis. Un futuro distópico donde las diferencias entre los ricos y los pobres son cada vez más acusadas y donde una revuelta contra el centro del poder lo agrava. Como resultado, el Capitolio (centro del poder y la riqueza) castiga a 13 distritos (lo que anteriormente eran estados americanos), a que dos jóvenes de cada uno de ellos, chico y chica respectivamente, se enfrenten a la muerte en un espectáculo televisivo llamado Los Juegos del Hambre, donde solo podrá sobrevivir uno de ellos.
El punto de partida recuerda a otras obras de ficción como Battle Royale o Perseguido de Schwarzeneger y los excéntricos habitantes del Capitolio con sus excesos y riquezas al Brazil de Terry Gilliam o a los diseños de Moebius para El Quinto Elemento de Luc Besson.
El acierto tanto en libro como en película es Katniss, la protagonista de la obra y que se presta voluntaria a los Juegos para salvar a su hermana pequeña. Pero los problemas comienzan cuando la obra, debido a sus limitaciones comienza a trampear.
La gracia del asunto es el dilema moral de matar o ser matado, de convertirte en un animal para sobrevivir o los remordimientos que puede acarrear el sálvese quien pueda. Y hasta la mitad de la cinta, o del libro, parece que nos encontraremos con algo así, para ser lapidado posteriormente con una serie de decisiones argumentales muy pero que muy discutibles y que bajan el interés por la historia. Porque no es posible y poco creíble, que Katniss nunca tenga que tomar la decisión de acabar con un aliado, que mate porque sí, sino porque le obliguen las circunstancias y que la mayoría de sus rivales sean estereotipos de matones de institutos o figuras sin sustancia de los que no conocemos ni oficio ni beneficio y que solo sirven para hacer bulto.
Lo salva, como he dicho anteriormente, Katniss, excelentemente interpretada por Jennifer Lawrence, que lleva toda la carga del filme a sus espaldas, aunque si hubiera que sacarle un pero, sería que su aspecto no es el que nos imaginamos los lectores del libro para una chica que ha pasado mucha hambre. Un físico como el de Keira Knightley o Kate Moss, habría sido mucho más creíble. Pero Lawrence se deja la piel para meterse en su personaje y hay que reconocer que nos encontramos con una nueva joven estrella de la que sabremos mucho más en el futuro.
Gary Ross, director de esta primera parte, se limita a cumplir y plasmar lo expuesto en el libro de Collins sin mucha personalidad, si obviamos su obsesión por el uso de la cámara en mano, que nos escamotea los deseados momentos violentos y sangrientos. Si que soluciona de manera encomiable la falta de la primera persona narrativa que tiene el libro, que sirve para conocer a Katniss en mayor profundidad y desvelarnos más aspectos sobre los Distritos y la lucha contra el Capitolio, introduciendo las reacciones y los acontecimientos del programa de televisión y lo que ocurre fuera del juego, algo inexistente en la novela.
Así que en definitiva, Los Juegos del Hambre la disfrutaran sus incondicionales (aunque hay algunos elementos y pasajes muy interesantes del libro y muy atractivos visualmente, como la recogida de cadáveres de los concursantes fallecidos que echarán de menos los fans) y dejara frío a aquellos que no ven la maravilla en esta obra y solo un entretenimiento correcto, (aunque con bajadas de interés, sobre todo en su segunda mitad) al que se le podría haber sacado un mayor partido.
pues nada a esperar a que la echen por algún lado
ResponderEliminarEsta idea es repetitiva, como la pelicula Danzad, danzad malditos, o el libro de la Larga marcha de Stephen King
ResponderEliminarYo me lo pasé muy bien con este Soft Battle Royale, creo que está muy bien adaptado y que las cosas que no incluyen del libro son simplemente morralla.
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