Superman Legado de Mark Waid, Leinil Francis Yu y Gerry Alanguilan (Superman Birthright 1 al 12 USA)
El comienzo del siglo XXI tuvo como efecto en el mundo del cómic la llegada de grandes producciones cinematográficas, abanderadas por el primer X-Men de Bryan Singer que trajeron a estos viejos héroes del papel a una nueva generación de fans a este universo en cuatricomía, pero que nunca habían leído sus aventuras en papel impreso.
Marvel se apuntó un tanto con la creación de su línea Ultimate, donde sorprendió a lectores nuevos y veteranos con sus reinterpretaciones y modernizaciones de personajes insignias de la editorial como Spiderman, la Patrulla X o Los Vengadores, que sirvieron de punto de arranque para todos aquellos espectadores que habían disfrutado de los filmes de Bryan Singer y Sam Raimi.
Algo parecido ocurrió en DC, pero con una serie de televisión, Smallville, que reinterpretaba los orígenes de Superman, pero desde que fuera un adolescente, una especie de Superboy para los espectadores que habían adorado a la gran creación de Joss Whedon, Buffy, con una teleserie, sobre todo en sus primeras cinco temporadas, muy loable y entretenida.
En dicha versión, el último hijo de Krypton comienza sus aventuras como justiciero y defensor de los oprimidos desde adolescente, en la representación idílica de la América Rural que es Smallville, una Kansas idealizada y sus primeros pasos al descubrir que es un "Stranger in a Strange Land", parafraseando la mítica novela de Robert Heinlein.
Entre las novedades de la serie era el descubrimiento de su pronta amistad con un joven Lex Luthor, el punto más fuerte de la serie, y como esa amistad basada en la admiración y el profundo respeto se va deteriorando a medida que las mentiras y las medias verdades les van distanciando hasta convertirles en los míticos archienemigos que son.
Y ese punto de partida es el que toma esta miniserie de 12 números guionizada por Mark Waid. Waid, junto a Kurt Busiek, son la referencia del resurgimiento del cómic de superhéroes a finales de los años 90, tras la debacle de las dos grandes en la que quizá sea su peor etapa editorial de la historia. En concreto, Waid resucitó el sense of wonder de los tebeos de antaño, pero con una visión moderna, cuyos mayores logros serían sus dos etapas al frente del Capitán América, junto a Ron Garney y posteriormente Andy Kubert, su Flash para DC Comics o esa maravillosa pero breve estancia al frente de Ka-Zar.
El trabajo de Waid es estimable y complicado, ya que volver a contar de nuevo un origen tan manido como el de Superman no es tarea fácil sin caer en lugares comunes, sobre todo cuando pocos años antes ya había habido un reorigen tan maravilloso como el perpetrado por Jeph Loeb y Tim Sale en la miniserie prestige Superman: Cuatro Estaciones.
Waid acierta en puntos muy importantes y que en versiones anteriores no se había hecho hincapié. El más acertado es la visión que tendría el mundo de Superman, sobre todo en un mundo post 11-S donde la humanidad y sobre todo los estadounidenses habían perdido la inocencia y no mirarían con buenos ojos la llegada de un ser extraño y encima alienígena, con la capacidad además de exterminarles con un pestañeo. Sobre todo si son manipulados por una mente tan astuta como es la de Lex Luthor.
Luthor es el otro gran elemento de la maxi-serie, sobre todo su relación de amor/odio con Clark/Superman. Waid continúa desarrollando al millonario despiadado en el que le convirtió Lex Luthor, pero sin olvidar su pasión por la ciencia, un elemento que Byrne había dejado algo de lado. Luthor es un pez fuera del agua igual que Clark, con una relación paterno-filial trágica, pero que al contrario que Superman, Luthor prefiere decantarse hacia el otro lado de la balanza y culpar al mundo de todos sus males.
Si la miniserie comienza algo floja con esos dos primeros episodios que podríamos llamar los Años Perdidos de Clark, la colección remonta con su regreso a Smallville, donde Waid de nuevo triunfa, enseñándonos a un Jonathan Kent atemorizado y dolido por la marcha de si hijo y lo que pudiera hacer. Una vez está en Metrópolis y Waid presenta a los ya conocidos elementos de su drama (Olsen, Lane, el ya mencionado Luthor), la miniserie sube y baja en interés hasta un clímax final que no llega a entusiasmar (excepto su brillante y emotivo epílogo) sobre todo por culpa del dibujante filipino Leinil Francis Yu.
Yu no es un mal dibujante, pero es muy irregular, incluso dentro de un mismo trabajo, pero no está dotado para el storytelling y es incapaz de mostrar emociones en los rostros de sus personajes. Y en una historia de decepciones y amistades perdidas es necesario un dibujante con esa capacidad. Ni siquiera es capaz de mostrar la grandeza que debería tener la batalla final, porque el filipino está más interesado en demostrar su dominio de la splash page y la pose del día, que en representar una Metrópolis como dios manda, ya que los fondos brillan por su ausencia, por lo que nos encontramos un montón de personajes en pose de acción sobre un lienzo blanco, por lo que el lector en ningún momento se cree a esos personajes dentro de la ciudad de Metrópolis, un trabajo que gente como Bryan Hitch o Carlos Pacheco, por poner un par de ejemplos, habrían bordado.
Por lo tanto, Legado es un trabajo estimable e inteligente gracias al trabajo de Mark Waid, pero que queda empañado y no puede ser ni de lejos la interpretación del personaje definitiva, por culpa de un muy irregular Leinil Francis Yu. Un buen intento y una buena historia, pero que está más llena de buenas intenciones que de buenos resultados.
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