All Star Superman de Grant Morrison y Frank Quitely (All Star Superman 1 al 12 USA)
Con Superman en DC pasa un poco como con Los 4 Fantásticos en Marvel. Ambos son los personajes que originaron los dos grandes universos de ficción del mundo del cómic y ambos son menospreciados por la gran mayoría de los lectores y aficionados, el primero por el omnipresente Batman y los segundos tanto por Los Vengadores como por La Patrulla X.
Y la culpa no es de los personajes, sino de los autores. Porque Superman y al igual los 4F son un verdadero canto a la fantasía, con universos y posibilidades más grandes que la vida misma. Unos personajes que solo necesitan de autores capaces y valientes para arriesgarse a llevarlos donde ningún otro autor ha sabido.
Y eso le pasó al Hombre de Acero en el año 2005. DC Comics inauguró una nueva línea editorial llamada All Star Comics. Por supuesto, los dos personajes que la iniciaron fueron los dos pilares de la editorial, Batman y Superman. El primero, de la mano de Frank Miller y Jim Lee, en un serial que nunca llegó a terminar y que demostró que Miller llevaba demasiado tiempo viviendo de las glorias pasadas y que el horror que fue DK2 no fue fruto de la casualidad y el último hijo de Krypton, de la mano de Grant Morrison y Frank Quitely, equipo artístico que ya había demostrado sus habilidades como tándem artístico en tebeos tan interesantes y fundamentales como Los Invisibles, Flex Mentallo o Nuevos X-Men.
Y lo que consiguieron estos dos autores fue el relato de Superman definitivo. Tan definitivo, que el único relato que le puede mirar en igualdad de condiciones (y en algunos aspectos por encima del hombro) es "¿Qué ocurrió con el Hombre del Mañana?" de Alan Moore. Al igual que este último, All Star Superman es la última historia del Hombre de Acero. Y no solo la última, sino también la definitiva.
Morrison adora a los héroes del cómic, no solo como personajes de mundos ficticios, sino también como iconos y leyendas que han traspasado las barreras de la tinta y el papel. Pero no solo eso, también es un escritor que viene con la lección aprendida (al igual que en su polémica y reivindicable etapa al frente de Batman que está a punto de terminar), sabiendo aunar los más de 70 años del personaje en 12 números.
La premisa de la historia es sencilla pero muy potente. Tras una exposición extrema al Sol, Superman está a punto de morir, pero antes de eso debe cumplir 12 tareas, al estilo de los grandes héroes de la mitología, porque para Morrison, Superman es el equivalente de esos héroes mitológicos, pero para las audiencias del siglo XXI.
El recorrido de Morrison alrededor de la historia del personaje no deja nada de lado. Desde contar su origen de la manera más concisa posible (4 viñetas, 4 frases concretas y maravillosas) y una sola página, hasta Lois Lane, su doble identidad, su archienemigo Lex Luthor, Bizarro,Krypto, Smallville o la redacción del Daily Planet.
Pero lo maravilloso es que lo habitual se convierte en novedoso, sin cambiar lo que hace a Superman grandioso. Morrison no reinterpreta a la leyenda porque no le hace falta. Lo que si que hace es ampliar el scope, utilizando los recursos de la ciencia ficción más inteligente y vanguardista: viajeros temporales, amenazas solares, agujeros negros demoníacos y un sinfín de conceptos que Morrison vomita página a página, demostrando que la imaginación de este hombre es inabarcable.
Por supuesto, la otra mitad del tándem, Frank Quitely, refuerza y engrandece la narrativa Morrisoniana, en el que quizá es uno de los tebeos más bonitos y mejor narrados en lo que llevamos de siglo. Su Superman es majestuoso y desprende bondad e inteligencia por todos sus poros, su Clark Kent es entrañable y adorablemente patoso, su Lois Lane es bella e inteligente, su Lex Luthor es un villano más grande que la vida y su reinterpretación de un andrógino Jimmy Olsen, que podría pertenecer a ese grupo de anarquistas del pensamiento que son Los Invisibles, simplemente genial.
El resultado, doce tebeos que beben de los conceptos sin complejos del mejor Superman de los años 50, que evitan cualquier acercamiento a ese realismo impostado que puede haber sido la mayor lacra para estos universos y que redefine como definitivo héroe de leyenda a un personaje devaluado con el paso de los años, pero que sin él, ni yo estaría escribiendo de los temas que escribo, ni vosotros estaríais leyéndolo.
Hay mucho amor, ahí... de hecho, lo compré después de leer la crítica y "empujado" por lo que ya sabía de Morrison y Quitely en "Batman y Robin" y es, a día de hoy, una de mis joyas. Después de conservar desde los ochenta mis tomos de Batman (Año Uno, El regreso del señor de la noche, La broma asesina...) este amor por el personaje y por el arte del cómic hizo que, a partir de este punto, haya devorado este tomo, el "Hijo Rojo" de Millar y que mis hijos se hayan rendido definitivamente regalándome este año por mi cumple el grandísimo "Las cuatro estaciones".
ResponderEliminarMuchas gracias, Felipe.