Sucker Punch de Zack Snyder (2011).
La cuarta película y nueva propuesta del director Zack Snyder, la primera en la que trabaja con un guión original propio, tras el remake de "El Amanecer de los Muertos" y sus enfermizas adaptaciones milimétricas de dos cómics como fueron "300" y "Watchmen", reincide en sus constantes, tanto positivas como negativas, decantándose la balanza más por lo segundo que por lo primero.
La historia de un grupo de chicas encerradas en un manicomio y que intentan huir a través de no uno, sino dos mundos de fantasía, es el mayor handicap de la historia. Snyder, al que hay que aplaudir como siempre su ambición desmedida, no es capaz de engarzar una historia o la inexistencia de ella, debido a sus escasas dotes como narrador de historias.
Los tres mundos en paralelo (aunque el primero, el psiquiátrico sirve únicamente de prólogo y epílogo redundante) se pisan los unos a los otros, consiguiendo que la atención del espectador se pierda, ya que no consigue conectar con ninguna de las historias y niveles, ya que en el momento que la historia empieza a interesar, Snyder salta a otro universo.
El tercer nivel, el mundo de la fantasía desatada, es el más interesante y a su vez el que provoca que la película se derrumbe como un castillo de naipes. El más interesante, porque en este, Snyder saca a la luz y deslumbra con una imaginería absolutamente genial, donde mezcla sin ningún tipo de pudor el cómic de superhéroes y el manga, los videojuegos, en especial los juegos de lucha, el Killzone de Playstation o el clásico Wolfenstein (en esa segunda guerra mundial absolutamente steampunk). Todo vale en unos set-pieces de acción que dejan al espectador con la boca abierta visualmente hablando.
Porque lo que hace que Snyder no juegue ni nunca pueda jugar en la liga de grandes autores contemporáneos como los hermanos Wachowsky o Quentin Tarantino, es su incapacidad para pasar del mero homenaje y crear un universo propio con entidad y lógica propia, a través de un sinfín de referencias bastardas sacadas de la cultura pop, provocando que la película sea un popurrí sin sentido que no pasa del mero homenaje que haría un chaval adolescente hormonado y repleto de bebidas gaseosas y cafeínicas.
Visualmente un triunfo. Narrativamente y como guión un fracaso en toda regla. Las actrices, bien, gracias. Poco pueden hacer con un guión que no les permite desarrollar su personaje más allá del mero icono o la cubierta pin-up de un comic book de la era Image. Súmale a esto un gusto por el videoclip que roza en algunos momentos la verguenza ajena y un exceso de ralentí que llega a ser exasperante y tenemos como resultado Sucker Punch, un batacazo genial, al que hay que aplaudir su absoluta desverguenza y ambición sin límites, pero que queda lastrado por un guión de derribo y una absoluta falta de ritmo cinematográfico. En definitiva, como toda la filmografía de Snyder, un bonito álbum de cromos.
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