El mes pasado, Norma Editorial publicó el tercer volumen de una de las series imprescindibles del cómic europeo, tras un lapsus de más de dos años y medio desde la publicación del segundo tomo de la colección que recopila las aventuras de uno de los mitos más importantes del cómic erótico de todos los tiempos.
Valentina, que nació como personaje secundario y se convirtió en protagonista por méritos propios, alcanza en este tercer volumen su punto más álgido con la larga historia que enfrenta a Valentina a Baba Yaga, la bruja de las leyendas rusas que los lectores del Hellboy de Mignola conocerán bien. Pero en manos de Crepax es algo completamente diferente y sugerente, donde la excusa de la ciencia ficción y las leyendas sirven para contarnos el difícil paso de la juventud a la vida adulta y la presión de la madre primeriza que sueña con volver a la libertad de la juventud, atrapada en una relación que ha perdido la chispa del principio.
Porque Crepax es uno de los grandes maestros del cómic. Contemporáneo de Steranko, con el que coincide en su atrevida y fascinante composición de página y precursor de un Frank Miller que supo sacar lo mejor del maestro italiano.
En este volumen, Crepax lleva hasta el paroxismo los límites de la realidad y la ficción, los deseos reprimidos y la sexualidad digamos prohibida. Sumisión, bondage, esta aventura de Valentina que se debate entre dos mundos, es el punto de partida de lo que serían sus posteriores incursiones en el erotismo que fueron sus adaptaciones de novelas de mitos eróticos como Emmanuelle, Justine o Historia de O.
Crepax mezcla con habilidad la ciencia ficción, el fumetti italiano y sobre todo la sensualidad y el erotismo en relatos que quizá serán de difícil digestión para lectores poco acostumbrados a la experimentación, pero que si consiguen dar el salto de fe, se verán recompensados con una obra que exige un poco a sus lectores, pero dando mucho más. Un aviso, si caes en las garras de Valentina y de Crepax, no podrás escapar.
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