Shame, Driver y The Descendants

Shame de Steve McQueen (2011)

El estreno de la semana es un chasco de grandes proporciones. La historia de un adicto al sexo, interpretado por maestría por un gran Michael Fassbender (quizá el mejor actor del pasado año) no deja de ser un frío y pedante ejercicio de estilo que quitando a Fassbender no tiene donde agarrarse. Personajes sin motivación, un guión sin evolución y mucha escena de sexo al límite de las convenciones del cine fuera del ámbito pornográfico, para una historia de destrucción personal que nunca llega al espectador.

Drive de Nicolas Winding Refn (2011)

Si Shame venía avalada por el prestigio crítico, este filme que intenta traer de vuelta el cine de acción de los 80, pasado por el tamiz de David Lynch, no le va a la zaga. Y aunque no es el desastre de la película de Fassbender, tampoco es la octava maravilla del cine que se viene diciendo. Cierto es que Ryan Gosling hace una hierática interpretación, que el surreal ambiente de la cinta es efectivo en algunos momentos, pero su aire de rareza y de película "cool" de la modernidad cinéfila, le hace un flaco favor a una película que aunque estimable en algunos pasajes de su relato, se queda anticuada mucho antes de que la proyección termine. 

The Descendants de Alexander Payne (2011)

El nuevo filme del director de "Entre Copas" y nominada a mejor película para los Oscars que se entregaran el próximo domingo, no deja de ser el título "buenrrolista" de la temporada. Entretenida dramedia cuyo máximo aliciente es el tono ligero en el buen sentido para tratar un tema tan escabroso como la eutanasia, nos entrega a un correcto George Clooney en su papel de padre y esposo superado por las circunstancias y una historia que aunque inteligente en muchos aspectos, no llega a calar como debiera en el espectador debido a que no explota al máximo los elementos que tiene a su disposición.