Luces Rojas de Rodrigo Cortés (Red Lights, 2012)
El thriller tramposo lleva existiendo desde que el cine es cine, o por lo menos desde los tiempos de Alfred Hitchcock. Autores modernos y contemporáneos han demostrado que trampa no es sinónimo de engaño y han sabido mantener al espectador en vilo a lo largo de todo el metraje, para luego dar un vuelco o giro final y demostrar que todo lo que creían saber era erróneo, que no mentira.
Ejemplos de ellos hay muchos y muy buenos, desde "Psicosis" del ya mencionado Hitchcock a Shyamalan con "El Sexto Sentido" o "El Protegido", Paul Verhoeven en "Instinto Básico", Fincher y sus "Seven", "The Game" y "El Club de la Lucha" o más recientemente Aronofsky con "Cisne Negro".
Y a este grupo de ilustres directores se ha subido Rodrigo Cortés en su tercer largometraje repleto de estrellas de Hollywood, tras la excelente "Buried". El resultado: un desastre en toda regla.
La película sigue las peripecias de una pareja de investigadores de fraudes paranormales y videntes de tres al cuarto, interpretados por Cillian Murphy y Sigourney Weaver, que se encuentran con la horma de su zapato cuando se enfrentan al final boss de los charlatanes y embusteros, el personaje interpretado por Robert de Niro.
Y la llegada de este personaje al filme hace que la película caiga en picado y caída libre, tras una primera media hora de exposición sumamente interesante donde descubrimos el trabajo de la pareja protagonista. A partir de la aparición de de Niro (con un papel que nos recuerda sus interpretaciones más exageradas e histriónicas que se recuerdan desde los tiempos de El Corazón del Ángel, Los Intocables o el Cabo del Miedo) la película se convierte en un devenir de acontecimientos sin la mínima lógica argumental y lo peor del caso, los personajes se transforman en psicóticos enajenados que corren, gritan, se asustan y se golpean sin lógica, sentido o razón.
Cortés mezcla sin pudor elementos de compatriotas suyos como Bayona o Amenabar, junto a otras obras de las últimas décadas como "El Sexto Sentido", "El Protegido", "El Corazón del Ángel" o "The Game" para tratar de asemejar los espectáculos de psíquicos con el trabajo del director de thrillers (en un momento de la película, el personaje interpretado por de Niro parece estar impersonando a Cortés y hablando al espectador de tu a tu, rompiendo la cuarta pared) pero fracasando absolutamente en su intento de romper las reglas básicas del cine: no estafes al que te ha pagado una entrada.
Y llegamos a la resolución final. Una resolución final que desbarata todo lo que hemos visto anteriormente, intentando emular el magistral final del sexto sentido (no argumentalmente, sino en la forma de resolverlo) dejándote con una sensación de WTF y pensando seriamente que Cortés, que sigue demostrando ser un excelente director y montador (aunque en algunos (demasiados) momentos peca de excesivo efectismo) debería haber hecho dos o tres reescrituras más de un guión que parte de una premisa muy atractiva, pero que resuelve de forma harto torpe. Y ahora, podría hacer uso del giro final y tramposo y deciros que todo lo que habéis leído era una broma y mentira, y que la película es una obra maestra. Pero no lo voy a hacer porque os estaría mintiendo y estafando.
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