2 de mayo de 2015

Los Vengadores: La Era de Ultrón de Joss Whedon.




















Realizar la secuela del mayor éxito de los últimos años debe ser una tarea ardua y agotadora. Y Whedon lo ha sufrido en sus carnes, porque esta secuela del mega-éxito de 2012 debía contentar tanto al público general, a los seguidores de la original, a los seguidores de las películas de Marvel Studios, a los viejos aficionados de las viñetas, a los productores de Disney y a él mismo. Porque una secuela solo debe hacerse si la historia y los personajes van a avanzar y crecer y la historia va a servir para expandir el universo.

Y Whedon lo consigue con creces, con una secuela que iguala el original (por supuesto perdido el factor sorpresa de ver a nuestros héroes favoritos juntos por primera vez), planteando una amenaza mayor para nuestros héroes, no solo desde el exterior (Ultrón) como también desde el interior (los distintos puntos de vista y dilemas morales de cada uno de los individuos del grupo).



En esos momentos más íntimos es donde Whedon se mueve como pez en el agua. La fiesta en la torre Stark, las relaciones personales entre Banner y Stark, o entre La Viuda Negra y Hulk, o ese respeto y admiración aun con recelos que hay entre Tony y Steve son el verdadero motor de la película. Y en esos momentos íntimos, o cuando los personajes deben enfrentarse (como todos nosotros) a nuestros miedos e inseguridades es donde la película se alza por encima de la media de este género cinematográfico.

Pero Whedon también se debe a Disney y debe ofrecer una dosis de espectáculo que duplique o cuadruplique lo visto en el original. Y desde ese prólogo non-stop con el que comienza la película, hasta el mega-épico final que deja en pañales lo visto en el final original en magnitud, que no en claridad expositiva, pasando por el orgiástico pero a veces ininteligible combate entre Hulk y el Hulkbuster, Whedon ofrece a los ejecutivos y al público más adrenalínico la dosis suficiente de acción y explosiones para muchos años, porque es casi imposible imaginar un espectáculo de acción cinética y destrucción masiva tan apoteósico como el de esta secuela.



El problema, que el magnífico desarrollo de los personajes en la primera hora de proyección queda en algunos momentos ahogado por el ruido y la furia. Pero no me malinterpretéis, esto no quiere decir que las acciones de los personajes o sus motivaciones queden desdibujadas, ya que muchas de ellas serán desarrolladas en la Fase 3, pero si que se echa de menos algunas escenas de transición necesarias para que las cosas, sobre todo en la última hora de la película, no ocurran de manera tan precipitada.

Y ahí puede estar el conflicto entre Whedon y Marvel, que Whedon quería un equilibrio entre acción e introspección, pero la película se le iba a las 3 horas y Marvel quería un metraje más ajustado, pero decidiendo dejar en la sala de montaje los momentos íntimos, en vez de las escenas de acción de lo que es EL blockbuster del verano.



Pero los puntos positivos siguen ganando a los negativos. Whedon en sus dos películas ha creado el abc de como plasmar en la pantalla grande las aventuras de un supergrupo, donde cada uno de los miembros individuales no queda ahogado por encima de otro. Donde cada plano, cada escena, cada diálogo está impregnado del papel y la tinta de la obra original. Que Whedon ama a estos personajes y a este género como ningún director de cine de superhéroes hasta el momento. Que Ultrón es un magnífico villano, muy fiel al original de las viñetas, pero aderezado con esos toques Whedonianos que harán las delicias de los que hemos sido seguidores de Buffy. Y que las nuevas incorporaciones a las filas Vengadoras han sido un acierto, sobre todo esa perfecta Visión y una Bruja Escarlata interpretada con verdadera convicción por Elizabeth Olsen nos puede dar mucho juego. Y el primer plano de ellos dos juntos hará soltar una lágrima a los lectores de toda la vida.



En definitiva, un espectáculo veraniego de primera categoría. De nuevo, la traslación más perfecta a la gran pantalla de un tebeo Marvel jamás vista. Dos horas y media de proyección que pasan volando delante de tus ojos, con más acción, drama y sense of wonder que el 90% del cine hollywodiense actual. Defectos, por supuesto, como casi cualquier obra. Pero son defectos que quizás ves a posteriori cuando te pones en modo crítico tiquismiquis y director de cine frustrado, porque mientras estás en la sala de cine estás disfrutando como un niño del espectáculo más grande que ha producido hasta el momento Marvel Studios. Yo repetiré.

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