30 de diciembre de 2013

Las películas del 2013



2013 llega a su fin y hay que hacer balance de lo visto en este año donde los superhéroes y las franquicias han hecho de nuevo su agosto. Pero ha sido un año también de películas pequeñas que han encontrado su hueco entre tanto blockbuster testosterónico.

1. The Man of Steel de Zack Snyder

Si ha habido una película que ha sido amada y odiada a partes iguales por el público y por el fandom comiquero ha sido esta nueva revisitación al superhéroe clásico por antonomasia, Superman. Poco queda en esta visión cínica y oscura post 11-S del optimismo e ingenuidad de la cinta de Richard Donner. Y gracias a dios, porque este nuevo Superman se coloca a la altura del Batman Begins de Christopher Nolan, en esta arriesgada, épica, oscura pero muy heróica nueva aventura del último hijo de Krypton. Un Henry Cavill perfecto para el papel, un Zod interpretado con verdadera convicción por un Michael Shannon aterrador pero a la vez muy humano, una enérgica dirección de Zack Snyder que deja atrás sus excesos con el ralentí, unos efectos especiales fastuosos, un épico score de Hans Zimmer que redefine y supera el impacto de la banda sonora de John Williams (que no la nostalgia) y un guión de David Goyer polémico, pero muy inteligente. La mejor película del año. Y si, por mucho que nos gustara el Superman de Donner, se ha quedado anticuado.

2. Nymphomaniac Parte 1 de Lars Von Trier

El enfant terrible del cine actual y el director de cine independiente más mediático desde David Lynch (a Tarantino ya no le cuento, porque es mass media absoluto) nos entrega estas navidades su película más ambiciosa, un estudio sobre la sexualidad y las supuestas perversiones en dos películas de la que acaba de llegarnos del día de Navidad (Lars eres un crack) la primera parte. Si, Von Trier sigue siendo un pedante y un egocéntrico, le gusta la polémica más que a un tonto un lápiz, pero también es un director y un estudioso del ser humano de primera y aquí lo vuelve a demostrar, en obra negra, pero muy satírica, donde el humor (el capítulo protagonizado por Uma Thurman es absolutamente magistral y desternillante en su patetismo) hace acto de presencia, en la que puede convertirse en la obra total de Lars Von Trier a la espera de una Parte 2 que se antoja por lo vislumbrado más excesiva. La pena, que tengamos que esperar para ver el montaje original con una hora más de duración y toda de seguido, que estrenará Von Trier en el festival de Berlín.

3. Pacific Rim de Guillermo del Toro

De sexo, fluídos y genitales, pasamos a metal, furia y destrucción. Otra orgía y obra total para del Toro, como Nymphomaniac lo es para Lars Von Trier. Si Von Trier se excita diseccionando a los seres humanos, Del Toro goza con la furia de los mechas, la destrucción de los kaijus y este homenaje a toda una generación que hemos disfrutado, al igual que Del Toro, con Mazinger Z, Akira, Robotech, Godzilla o Evangelion. La pena, que el público generalista no sepa disfrutar de la que fue la propuesta más refrescante del pasado verano cinematográfico. 

4. Gravity de Alfonso Cuarón

Si ha habido una experiencia cinematográfica diferente este año en las carteleras ha sido este Gravity de Cuarón. Una montaña rusa de ajustada hora y media de duración, donde Cuarón vuelve a poner al límite las posibilidades del cine, las nuevas tecnologías y su propio talento (que es mucho), demostrando que el 3D es una herramienta muy interesante para directores que ven en ella un elemento narrativo y no un truco de barraca de feria. La pena, que por mucho que digan que es lo que es, el guión no esté a la altura de tamaña proeza técnica y narrativa.

5. El Gran Gatsby de Baz Lurhmann

Adorado por el público y odiado por la crítica, tras Romeo y Julieta y Moulin Rouge e ignorado por el público y machacado por la crítica tras el desastre artístico y financiero que fue Australia, Baz Lurhmann, que a atrevido no le gana nadie, estrenó su película más arriesgada, la adaptación del maravilloso clásico de Scott Fitzgerald, El Gran Gatsby, un análisis de la ambición, el éxito y la caída de una sociedad conducida por el éxito y que sirvió de profecía al crack del 29 y a la depresión de los años 30. Por supuesto, los cuchillos estaban afilados y el público no la recibió con la efusividad esperada y la crítica le volvió a machacar. Y no se lo merecía, porque El Gran Gatsby es el mejor trabajo de Lurhmann, una obra cuya forma y fondo está perfectamente equilibrada y donde nos encontramos de nuevo el mejor Lurhmann, tanto en sus excesos musicales y visuales, como en sus mejores momentos, los intimistas, que elevan esta adaptación modernizada pero extremadamente fiel del clásico, a los altares del mejor cine. Y si, ya podéis empezar a ponerme a caldo.

6. Antes del Anochecer de Richard Linklater

En 1993, Linklater nos sorprendió a todos con una pequeña historia en presupuesto y duración de dos veintañeros que se conocen en un tren en Viena y pasan un memorable y bello día que les cambiará de por vida, tanto a ellos como a los espectadores que la disfrutamos. Linklater, Hawke y Delpy se volvieron a reunir en 2003 para entregarnos una secuela donde el tiempo cinematográfico corría parejo al tiempo real, reencontrándonos con unos personajes en la treintena que habían abandonado la inocencia y los sueños de la juventud para adentrarse en la realidad de la treintena. Ahora, diez años después, Linklater remata con el final de la trilogía, con unos cuarentones Hawke y Delpy que tienen que enfrentarse a la realidad del amor para toda la vida, la responsabilidad de los hijos y todo aquello que nos hace humanos y hace que la vida merezca la pena, aun con sus sinsabores. Una obra maestra absoluta, tanto esta tercera parte, como la trilogía al completo. Si hubiera más directores como Linklater y películas como este Antes del Anochecer, nunca tendríamos que hablar de la crisis de ideas del cine actual.

7. Silver Linings Playbook de David O. Russell

¿Hace cuánto no veíamos una buena comedia romántica? Una comedia que no tomara por idiotas a los aficionados al género y que tuvieran una pareja tan adorable como imperfecta. David O. Russell obra el milagro, gracias a unos perfectos Bradley Cooper y Jennifer Lawrence, en esta historia de personas perdidas e imperfectas pero muy humanas, de la importancia de la familia y el amor verdadero. Una película donde el humor y las lágrimas van de la mano y que convierte a este filme en una pequeña joya del siglo XXI que se merecía haber sido merecedora de todos los premios del año pasado, muy por encima de Argos, Vidas de Pi y Daniel Day Lewys.

8. The Master de Paul Thomas Anderson

El cine de Anderson cada vez se vuelve más hermético y enigmático. El heredero natural de Kubrick vuelve por el buen camino tras el traspiés y los excesos que fueron Pozos de Ambición, con este extraño ¿biopic? sobre los inicios de la iglesia de la Cienciología. Impresionantes tanto Joaquín Phoenix, Seymour Hoffman y Amy Adams, en un película extraña pero subyugante. Un must de este 2013, pero que no será del gusto de todo el mundo.

9. Django Desencadenado de Quentin Tarantino

Al igual que Anderson, Tarantino recupera el brío perdido tras su peor película, Malditos Bastardos, con esta revisitación al Spaguetti Western y a Sergio Leone, mezclado con una crítica nada sutil al racismo en Estados Unidos. Impresionantes Christoph Waltz y sobre todo Leonardo DiCaprio y un correcto Jamie Foxx pero que se queda muy por detrás de sus compañeros de reparto, ayudados por la enérgica, autoreferencial pero muy divertida dirección de Tarantino, solo puedo echarle en cara su duración, alargada en exceso por un epílogo que podía haber llegado un poquito antes. El resto, de lo mejor de la filmografía de Tarantino, sobre todo esa extensa y tensa cena que lleva al sangriento desenlace final.

10. Rush de Ron Howard

Que Ron Howard demostrara que podía ser un magnífico director gracias a la excelente Frost Nixon, no ha sido flor de un día y todo gracias a Rush, la biografía de Nikki Lauda y su contrincante pero admirado rival James Hunt, es un verdadero triunfo cinematográfico. Vibrante en su ritmo, genial en la recreación tanto de la época como en las adrenalínicas carreras de Fórmula 1, lo que queda al final es la historia de una ambición vista desde dos puntos de vista, gracias al buen trabajo de Chris Hemsworth y Daniel Bruhl y una amistad/rivalidad que sobrepasa las barreras del deporte.



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