11 de diciembre de 2013

Los 4 Fantásticos de Matt Fraction y Mark Bagley: Repasando Marvel Now!


Este mes de diciembre se cumplen 10 años de Marvel Now! en nuestro país, cortesía de Panini Comics y estando a finales de año, lo poco prolífico que he estado yo en este blog y que ya se han acumulado muchos números de todas las series marvelitas, creo que es el momento de reseñarlas con argumentos suficientes, para que el lector aficionado pueda decidir que series son excelentes, cuales cumplen con eficiencia pero nada más y cuales son directamente prescindibles.

Y aunque los 4 Fantásticos no fuera la primera de ellas publicada, es el primer supergrupo del universo Marvel y el originador de este mundo de fantasía, así que creo que se merecen ser los primeros en ser diseccionados en esta nueva andadura.

Y lo primero que hay que decir es que no es un grupo y unos personajes que sean fáciles de desarrollar por ningún equipo creativo, un poco como le pasa a Superman en DC Comics. De todas las etapas y equipos creativos que han pasado por sus 52 años de historia (que se dicen rápido), realmente el equipo o mejor dicho familia de Imaginautas creados por Stan Lee y Jack Kirby, han sabido ser retratados como se merecen, por supuesto por sus creadores en los años 60 y posteriormente por el pletórico John Byrne de los años 80.


Otros muchos autores de renombre han intentado alcanzar la grandeza de Lee, Kirby y Byrne, pero ninguno ha sabido encajar las piezas de una familia superheróica que cuando ha sido bien tratada, ha sabido mezclar con acierto la space opera más lisérgica, con el intimismo de una familia bien avenida. Ni Claremont en los 90, ni los clásicos Pacheco y Marín, o el sobrevalorado Stracinsky (perdón si no lo he escrito bien, pero me ha dado pereza buscar su apellido, la misma pereza que me da leer sus obras) o más recientemente Jonathan Hickman, han sabido rodearles de ese halo de grandeza y de obra culmen que han tenido los personajes en sus mejores momentos.

Quizás de todas ellas, y la crítica y el público la han refrendado, la etapa de Hickman ha sido la que ha sabido modernizar y evolucionar los conceptos originales, ya que la primera mitad de la etapa de Hickman está llena de aciertos e interrogantes que su segunda mitad no sabe llevar a buen puerto, o a lo mejor es cosa mía, porque todavía no he conseguido pillarle el punto a un autor que tiene ideas muy buenas y conceptos interesantísimos, pero cuya frialdad y exceso de pedantería me hace desconectar de la historia que me está contando, pero eso será materia para el post de Los Vengadores.

Y llegamos a la etapa actual de la colección, donde Matt Fraction recoge el testigo dejado por Hickman en su larga etapa al frente de la colección, y aunque este nuevo volumen de la colección y de la historia de los personajes se puede leer sin saber nada o casi nada de los personajes, si que utiliza muchos de los revolucionarios conceptos que Hickman desperdigo a lo largo de su irregular etapa.


Pero Fraction quiere un tebeo más para todos los públicos, un entretenimiento blanco y familiar donde aunque juega con conceptos de la ciencia ficción más intelectual, al igual que en su irreverente y muy recomendable Casanova, no se convierten en un impedimento hermético para que la disfrute cualquier tipo de lector.

El punto de arranque de esta nueva época del cuarteto y allegados es el descubrimiento por parte de Reed Richards de la degeneración de sus moléculas inestables y en consecuencia seguramente del resto de la superfamilia. Engañando a su familia para no desvelarles la gravedad de la situación, les embarca en una aventura familiar a través del espacio tiempo con la excusa de la aventura y así él intentar descubrir aquello que les está matando.

Un punto de partida interesante, ¿no?. Los 4F más familiares que nunca, acompañados por sus hijos Franklin y Valeria (esta última lo mejor de la era Hickman y que aquí Fraction no desaprovecha), con una amenaza con fecha de caducidad (un poco como los entrañables y muy disfrutables episodios de finales de los 70 guionizados por Marv Wolfman donde Ben, Sue y Reed envejecían rápidamente) y visitando el principio y el fin de los tiempos, la antigua Roma o planetas desconocidos no puede ser malo.


El problema es que Fraction no está al 100% en la colección. Porque Fraction es capaz de lo mejor (su serie nueva de Ojo de Halcón, la serie paralela a estos 4F con Mike Allred, llamada FF), y lo prescindible (la segunda mitad de su etapa en Iron Man, Miedo Encarnado o la reciente etapa de Thor). Y estos 4F se quedarían en esta segunda categoría.

No me entendáis mal, hay cosas salvables en esta nueva etapa. El entorno familiar, la premisa inicial que aunque no novedosa le debería dar una premura y angustia a la odisea de nuestros héroes, o números puntuales como el dedicado al accidente del Doctor Muerte, o la emotiva historia en la calle Yancy de Ben Grimm. Pero Fraction se embarulla a veces en cuestiones pseudocientíficas que abotargan la lectura y no crea una unidad a la historia que consiga atraparte lo suficiente para que desees que salga el siguiente número de la colección.


Y lo peor del caso es su contrapartida artística, un Mark Bagley desganado como pocas veces le hemos visto. Es inaudito que el dibujante que tan buen trabajo hizo junto a Kurt Busiek en Thunderbolts o con Bendis en Ultimate Spiderman, demuestre tan poca garra y pasión por lo que está contando, aunque ya vimos visos de esta desidia en los primeros números de la colección Vengadores Reuníos junto al mencionado Bendis. Y quizás esto baje puntos a los guiones de Fraction, porque casualmente Fraction es mejor cuanto mejores son sus contrapartidas artísticas. No es  lo mismo un guión de Fraction ilustrado por David Aja, Gabriel Bá, o Mike Allred, este último para no salirnos del universo de los 4F, que un Fraction dibujado por Larroca, Greg Land o este Bagley que aquí nos ocupa.

En definitiva, una etapa no mala, pero ciertamente prescindible, máxime cuando sabemos que el guionista va a abandonar la colección en breve, al igual que su serie hermana FF, debido a la sobrecarga de trabajo que tiene. Buenas ideas llevadas con cierta torpeza, acrecentado además por un dibujante que no está por la labor y que además su estilo no es apropiado para unos personajes y unas historias que son y tienen que ser más grandes que la vida.

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