28 de enero de 2016

Sandman Overture de Neil Gaiman y J.H. Williams III: Una declaración de amor de Gaiman a su obra y a su legión de seguidores


















Que Sandman es una de las obras cumbres para la historia del medio es un hecho. Que pocos tebeos han tenido la influencia que la obra de Gaiman, también lo es. Diferente es el grado de amor que se le tenga al conjunto. Hay mucha gente que la considera una obra perfecta, sin aristas. Yo no estoy dentro de ese grupo. Mi opinión, que Sandman es una obra colosal, donde lo brillante se codea con lo irregular y que hay capítulos, sagas y momentos que me parecen memorables y otros que se me hacen cuesta arriba. Pero en ningún momento podría afirmar que los halagos que se le profesaron y se le siguen profesando estaban de más. Simplemente las teclas que Gaiman tocaba en su obra magna no resonaban con la intensidad que deberían en mi.



Pero aquí lo importante es ver si su nueva aproximación al personaje, 25 años después de la aparición del mismo, ha merecido la pena o si ha sido un sacacuartos que se aprovecha de la nostalgia de una época de esplendor en el mundo del cómic americano que es imposible volver a recuperar. La respuesta es que si ha merecido la pena.

Gaiman se saca de la manga de manera brillante un prólogo a los acontecimientos que conocimos en el primer capítulo de Preludios y Nocturnos, donde vuelve a saber equilibrar su gusto por lo familiar y lo universal, en una pequeña historia en apariencia pero cuyo tema principal es el fin del universo. El culpable, un Morfeo que debe tomar decisiones basadas en su conciencia culpable y que llevará a los lectores a un viaje por el universo, donde conoceremos facetas desconocidas de Morfeo y su familia, que harán las delicias de los verdaderos fans de la serie.



Porque son esos fans que se conocen los 75 ejemplares de la serie original los que disfrutarán como niños con zapatos nuevos con la infinidad de referencias a lo ya acontecido y que les hará releer de manera compulsiva la serie original, gracias a los cambios sutiles que Gaiman ofrece en esta precuela que también es secuela del original, pero que no revelaré aquí para no estropear la sorpresa de la pirueta que se marca Gaiman a aquellos que todavía no la hayan leído.



La otra gran baza de esta miniserie de seis episodios es el arte de J. H. Williams. Porque uno de los puntos débiles de la serie original fue el baile de dibujantes, donde teníamos a autores tan competentes como Sam Kieth, Marc Hempel, Charles Vess o Chris Bachalo, junto a autores menos interesantes como Michael Zulli o Colleen Doran. Que habría sido de la obra si hubiera tenido un artista regular de la calidad de J. H. Williams, que le habría dado una mayor unidad visual a la misma, es lo que nos deja entrever esta nueva serie.



Williams es un auténtico maestro de la ilustración y la composición. No hay dos páginas iguales en su obra. Y no solo eso, sino que es capaz, y en este Sandman lo demuestra con creces, plasmando páginas de lo intimista a lo espectacular, de lo esquemático a lo preciosista e incluso homenajeando en viñetas y páginas concretas a autores como Frazetta, al Sam Kieth de los primeros números de la serie original o a obras como los tebeos de 2000 AD de principios de los 80.



El único problema, que su fantástico barroquismo visual en algunos momentos es abrumador, no siendo tan certero como en su obra magna, Promethea, quizás porque Moore sabía sacarle un mayor partido y un mayor equilibrio entre lo narrativo y lo estrictamente visual de lo que ha sido capaz Gaiman.



Pero en resumidas cuentas, Sandman Overture es una muy digna precuela/secuela de la obra original. Por supuesto no sorprende de la misma manera, pero los seguidores del autor y el personaje pueden estar muy tranquilos porque será muy difícil que se puedan llevar una decepción en un trabajo donde los dos autores implicados han puesto todo su esfuerzo y su talento para que la espera y las expectativas hayan valido la pena.

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