19 de mayo de 2010

Habitación en Roma de Julio Medem. Reseña de actualidad.



Habitación en Roma de Julio Medem (2010).

Vaya por delante que nunca he soportado el cine de Julio Medem. "Tierra" me pareció un intento de parecerse al maestro Lynch sin ni siquiera acercarse, "Los Amantes del Círculo Polar" una pedantería de las que hacen época y "Lucía y el Sexo" un engendro antierótico con algunas de las escenas más bochornosas del cine de todos los tiempos (esa "poética" erección con barro en la playa es de traca).


Pero esta nueva incursión de Medem en el terreno de la sexualidad y las relaciones de pareja, tras el sonoro batacazo de "Caótica Ana", es el colmo de la ridiculez y la pedantería. Adaptación libre de la cinta chilena "En la cama", que no he tenido el placer de ver pero de la que hablan maravillas, es un despropósito sin pies ni cabeza de la que es muy difícil salvar algo.


La historia del filme es muy sencilla. Dos mujeres de viaje en Roma se conocen una noche y pasan una inolvidable noche de pasión y amor en la habitación de hotel de una de ellas. Una es lesbiana pero la otra no. Historias sobre amores homosexuales hay unas cuantas y muy bellas todas ellas ("Mulholland Drive" de David Lynch, "Brokeback Mountain" de Ang Lee o "Happy Together" de Wong Kar Wai), y sobre amores fugaces e imposibles limitados en el espacio y en el tiempo hay también muchos ejemplos ("In the Mood for Love" de Wong Kar Wai o las dos películas de Richard Linklater "Antes del Amanecer" y "Antes del Atardecer". Todas ellas son infinitamente mejores, más acertadas, inteligentes, elegantes y bellas que la de Medem.



El director vuelve a presentarnos a unos personajes absolutamente poco creíbles y falsos, un guión supuestamente dramático ( en su película cabe de todo, muerte infantil, incesto, harenes en arabia saudí, falsas identidades) que se torna indigesto y sobre todo involuntariamente cómico (la escena de Elena Anaya con el corazón atravesado por la flecha de cupido, demuestra que la simbología de Medem tiene la capacidad de cautivar de una adolescente de catorce años).


Súmale a esto el cargante estilo visual de Medem, útil para un videoclip o para un anuncio de compresas, pero que es completamente anti-cinematográfico y unas escenas de supuesta carga sexual completamente anti-eróticas (como le sucedía en Lucía y el Sexo) protagonizadas por una excesivamente delgada Elena Anaya y la revelación Natasha Yarovenko (ambas son lo mejor de la película, por su valor para rodar escenas que no todas las actrices se atreverían a realizar y sobre todo por dar lo mejor de ellas como actrices con un guión que hace aguas por todas partes y con unos diálogos que ni Sir Laurence Olivier podría hacer nada con ellos) y da como resultado un bodrio de los que hacen época, una de las películas más involuntariamente cómicas de los últimos años y un clavo en el ataúd más en la carrera de un director que se creyó artista antes siquiera de demostrarlo.

Os enlazo a mi blog amigo, "Destino: Placer", donde Marta nos da su visión desde el punto de vista sexológico. No dudéis en visitarlo.

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