Sexo en Nueva York 2. Reseña de actualidad.

Sexo en Nueva York 2 de Michael Patrick King (Sex and the City 2, 2010).

Sexo en Nueva York, en el momento de su aparición a finales de los años 90 y a lo largo de seis temporadas fue una inteligente y divertida serie que se atrevió a romper moldes (era HBO) en la conservadora televisión norteamericana. La fórmula era sencilla pero tremendamente efectiva. Cuatro mujeres contemporáneas muy diferentes las unas de las otras, un magnífico reparto de personajes secundarios y una ciudad, la más importante de todo el mundo, Nueva York, que se convertía en el quinto protagonista de la serie, sirvió a los guionistas para realizar una disección en clave de sátira de las vacías y superficiales vidas de una gran parte de la sociedad contemporánea que únicamente valoraba el éxito profesional, los lujos materiales y el conservadurismo moderno en el que todos son muy liberales en la forma pero conservadores en el fondo. En el fondo, era la puesta al día, del retrato crítico hacia la burguesía neoyorquina, que Woody Allen lleva realizando toda su carrera.

Tras seis temporadas, con sus altos y sus bajos, como cualquier serial televisivo, la serie finalizó, pero había que explotar la gallina de los huevos de oro, y en 2008 se estrenó el primer largometraje, que ya empezaba a demostrar síntomas de cansancio. Dos años después, nos llega su secuela, demostrándonos que la fórmula se ha agotado.

Para empezar, donde la serie (aunque gran parte de su público nunca lo quiso ver) criticaba y se reía de un estilo de vida supeditado a las apariencias y a lo superficial y en el fondo se burlaba de sus cuatro patéticas protagonistas, en el cine desaparece. Ahora estas cuatro mujeres, son un repugnante modelo a seguir, un paradigma del feminismo mal entendido que revistas como Cosmopolitan han aplaudido y que tanto daño han hecho en la sociedad actual.

En el serial, las cuatro protagonistas estaban perfectamente definidas, y todas tenían su espacio en la serie. En esta película, dos de ellas son meras comparsas (Charlotte y Miranda), y las dos verdaderas protagonistas (Carrie y Samantha) se han convertido en parodias de si mismas, en estereotipos, en caricaturas. El resto del reparto de personajes secundarios que enriquecían la serie aparecen de manera testimonial pero ninguno de ellos no aportan nada a la historia.

Los diálogos, uno de los puntos fuertes de la serie, quedan en el filme acartonados y sin gracia, ahogados por un desfile de "lujo" que solo disfrutaran las aprendices de Belén Esteban o Nuria Bermudez, un conjunto de tópicos hacia la cultura y la religión árabe (patético el momento en el que dicen que Estados Unidos es la panacea de la libertad sexual, cuando es uno de los países del mundo occidental más conservador y puritano, fácilmente escandalizable) y una oda al "feminismo" más rancio y absurdo demostrando lo bajo que está cayendo nuestra sociedad, cuando la liberación de la mujer supone manejar a los hombres y exprimirles su cartera y en el número de trajes de diseño y zapatos que puedan almacenar en sus armarios.

En definitiva, un espectáculo bochornoso, que podría ganar el Guinness del largometraje con mayor número de Botox por metro cuadrado, mal dirigido, sin ritmo, sin gracia, sin glamour, porque lo que hay no es glamour como en la serie, sino auténtico y absoluto horterismo. Si esta "película" estuviera dentro de la serie, sería como saltarte cuatro episodios y ver el quinto sin que pasara nada, ya que esta película no aporta nada a la historia de los personajes. Si nunca has visto la serie original, pasa de este largometraje y disfruta de la serie. Si eres fan de la serie, no veas este engendro, ya que todo lo que hacía buena a la serie ha desaparecido.