Príncipe de Persia: Las Arenas del Tiempo de Mike Newell (Prince of Persia: The Sands of Time, 2010)
Nueva adaptación de un videojuego tras los irregulares resultados de franquicias como Resident Evil o Silent Hill, aunque esta vez apoyado por una "major" como Walt Disney Pictures y producida por Jerry Bruckheimer, productor y descubridor (por esto se le debería condenar a cadena perpetua) de Michael Bay y en general, paradigma del cine hipertrofiado de acción de los últimos 20 años. En su haber tiene la gran mayoría de películas malas pero taquilleras de los últimos años que es lo que al final le importa. Su método es muy sencillo: Altos presupuestos, alta calidad técnica, un director sin un estilo personal y fácilmente manejable y actores famosos y generalmente buenos que olvidan que lo son para cobrar el generoso cheque que les ofrece Bruckheimer.
En los últimos años, y debido a su asociación con Disney, Bruckheimer consiguió su mayor éxito, la saga Piratas del Caribe, que en 2003 y sin hacer mucho ruido, se convirtió en uno de los mayores éxitos sorpresa del verano y que dio pie a una trilogía igual o más taquilleras que el original, de la que ahora se prepara una cuarta parte. La película original no era más que una entretenida película de aventuras a la antigua con el sello Disney, que se salvaba realmente por un inconmesurable Johnny Depp que de la noche a la mañana se convirtió en ídolo de masas y actor revienta-taquillas (un poco lo que le ha ocurrido actualmente a Robert Downey Jr.) dejando atrás un pasado de actor poco apreciado por el público y sin ninguna película taquillera en su haber. El resto era una cinta de aventuras rutinaria que no destacaba en ningún aspecto. Sus secuelas (en contra de la opinión popular) son muy superiores, pero en ningún caso grandes películas.
Por lo que Disney y Bruckheimer han querido volver a conseguir ese éxito, crear una nueva franquicia multimillonaria, esta vez a partir de un videojuego muy famoso y que a mí personalmente me ha hecho pasar grandes ratos (los Piratas estaban basados en una clásica atracción de DisneyWorld). Los ingredientes los mismos que en la anterior saga: director correcto pero impersonal, en esta ocasión Mike Newell (cuya única película digna de mención es "Cuatro Bodas y un Funeral"), es decir, un currela que no discuta, o se le ocurra tener un estilo propio e intransferible, un reparto de buenos actores, Jake Gylenhaal, Ben Kingsley, Afred Molina, una chica guapa, Gemma Aterton y un gran presupuesto y muchos efectos especiales.
El resultado en esta ocasión es muy inferior a Piratas del Caribe por varias razones. Si Piratas del Caribe no hubiera tenido a Johnny Depp y se hubiera centrado únicamente en el insulso Orlando Bloom y en la bella pero malísima actriz Keira Knightley, la película no habría sido el éxito que fue. Y eso es lo que ocurre en este Príncipe, Gylenhaal, que es un magnífico actor (como demuestran sus interpretaciones en Donnie Darko, Zodiac o Brokeback Mountain) y que es mil millones de veces mejor actor que Bloom, no da el pego como héroe de acción, aunque lo hayan anabolizado hasta las cejas. Es como si Arnold Schwarzeneger fuera el protagonista de una película de David Lynch o Pedro Almodovar. Como que no. Ben Kingsley, excepcional actor y que aquí es el villano de la función, no se cree en ningún momento el personaje y la película que está haciendo y eso se transmite al espectador, y la chica, la británica Gemma Aterton, cumple mejor de lo esperado y su personaje está más desarrollado de lo que una producción de estas características normalmente ofrece, aunque la química entre ella y Gylenhaal brilla por su ausencia, y eso que han intentado dotarles a los dos de unos enfrentamientos dialécticos mejores de lo esperado en una producción de estas características. El resto del reparto, ni bien ni mal, cumplen sin más.
La labor de dirección, del británico Mike Newell, ni es buena ni es mala (excepto algunos planos al ralentí que son feos, feos). Él hace lo que le mandan y cumple con un producto correctamente presentado, que no ofende pero que tampoco destaca por ningún lado. Los únicos hallazgos visuales del filme, son sacados del propio videojuego, algo que los fans de este apreciarán en mayor medida. La historia discurre de manera correcta, siendo algo morosa en algunos pasajes, pero lo que más se echa en falta es ese sentimiento de emoción, de pasión, que toda película de aventuras debería tener. Príncipe de Persia es al cine, lo que una tortilla precocinada a la cocina, te la puedes comer si no tienes nada en la nevera, pero que en tu vida comerías por propia voluntad.
El apartado técnico del filme, correcto sin más, nada nuevo bajo el sol. El final del filme tiene una resolución de las malas, malas y sales de la sala igual que has entrado. Ni me ha decepcionado ni me ha gustado. Ni es buena, ni es mala, sino todo lo contrario. Insulsa.
me ha encantado la metafora de la tortilla de patatas jejeje
ResponderEliminaryo creo q si ves el trailer es esto lo q te esperas! peli tranqui para ver tiradilla en el sofá después de comer, entretiene, echas cabezadita y listo!!
El Rey León es a esta lo que Pocahontas es a Avatar...
alguna cabezadita me he echado en el cine, pero también podía ser por el antiestamínico que me había tomado.
ResponderEliminarY estoy de acuerdo con que la película no engaña a nadie. Lo que te ofrece es lo que te da. El problema de esta película y del Hollywood actual, es que cosillas como esta, que antes eran series B humildes y un pelín cutres, pero que iban acordes con el nivel de los directores, actores y guionistas, se han reconvertido en grandes espectáculos pirotécnicos con apariencia de serie A, pero espíritu y resultados de serie B.
Y me ha encantado tu símil del Rey León, pero si, en el fondo lo es, pero como es producción Disney, todo se queda en familia, aunque el que si debería pedir derechos de autor es Shakespeare...jejejejeje