The League of Extraordinary Gentlemen Century: 1969 de Alan Moore y Kevin O'Neill.
Casi dos años y medio después de la aparición de la primera entrega de esta nueva saga de la famosa Liga de Alan Moore, llega con un retraso de unos pocos meses de su fecha de publicación original, uno de los tebeos más esperados del 2011.
Y aunque la acción avanza cronológicamente casi 60 años desde los acontecimientos del final de la primera entrega y los personajes han vivido un gran número de peripecias, algunas aún inéditas, otras ya narradas en los relatos con aroma pulp que el primer volumen contenía o en el volumen aún inédito en nuestro país llamado "El Dossier Negro", este "Century:1969" es una secuela en toda regla de la entrega transcurrida en el año 1910.
En este nuevo volumen, Mina, Quatermain y Orlando, continúan la búsqueda de Haddo, mago que sigue preparando la llegada del anticristo a la tierra. Pero la situación de nuestros personajes ha cambiado. Lo primero, ya no trabajan para el MI5, habiendo Mina formado una nueva Liga a espaldas del gobierno británico y aún más importante, el trío protagonista debe acostumbrarse a su inmortalidad, sobre todo Mina y acostumbrarse a los cambios sociales reflejados en el Londres de finales de los años 60, lleno de psicodelia, amor libre y tendencias sexuales sin tapujos, algo muy alejado de la represión y encorsetamiento de la Inglaterra victoriana de la que provienen nuestros protagonistas y de la que Mina Murray es su exponente más claro.
Por supuesto, Moore vuelve a jugar con los mitos pulp y pop y personajes reales del siglo XX, en el que cabe tanto la famosa "Semilla del Diablo" de Polanski y el famoso satanista Adrian Marcato, a un trasunto de Mick Jagger encarnado en el ídolo pop Terner o la respuesta del universo Moore al cuarteto de Liverpool, aquí llamados The Rutles.
Pero como siempre con Moore, estas referencias no son meras anécdotas para llamar la atención del post-modernismo, sino que son parte esencial de la historia que está contando, una historia que vuelve a demostrar lo estructurado del pensamiento de Moore, que no deja cabo suelto y que ya tras dos miniseries, una novela gráfica y dos volúmenes prestigio de 80 páginas cada uno, demuestra ser una de las obras más ambiciosas, desprejuiciadas y divertidas del genio de Northampton. Decir que es una de las obras imprescindibles del año sería recalcar una obviedad.
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