Grant Morrison me apasiona. Desde que le descubrí a finales de los 80 con su serie Animal Man para DC Comics, hasta su etapa actual al frente de Batman que lleva ya la friolera de cinco años, pasando por su Arkham Asylum, Los Invisibles o El Asco, creo que junto a Alan Moore, es el guionista más inteligente, interesante y sorprendente que ha dado la industria del cómic en las tres últimas décadas.
Y ahora, esperando como agua de mayo la salida de su nuevo Superman para el relanzamiento de la línea DC en septiembre de 2011, acabo de terminar su primer libro, Supergods, una mezcla de autobiografía, creencias e historia del cómic americano de superhéroes.
Porque Morrison ama el género, ama a los personajes que le han acompañado desde niño y le han convertido en una superestrella de los tebeos, a los que debe su fortuna y a los que el guionista escocés cree reales y parte influyente y dependiente de un siglo XX y lo que llevamos del XXI, que sería muy diferente si ellos no hubieran aparecido.
Morrison divide su libro en cuatro partes bien diferenciadas, al estilo de las enciclopedias y ensayos acerca del cómic americano y sus superhéroes: La edad de oro, La edad de plata, La edad oscura y finalmente el Renacimiento, que llega hasta nuestros días.
El lector conocedor del tema disfrutará de anécdotas desconocidas y la visión personal que tiene Morrison, acerca de autores y personajes tan conocidos de la industria, como Jack Kirby, Bob Kane, Alan Moore o Mark Millar. El lector novato, descubrirá y aprenderá de una manera amena la historia del género superheróico desde sus orígenes hasta la actualidad. El seguidor de Morrison disfrutará con su autobiografía, repleta de detalles tan interesantes como sus experiencias con las drogas psicotrópicas y sus viajes astrales/alucinaciones/iluminaciones que le han llevado a ser quien es, y que a veces en algunos pasajes convierten al libro en un manual de autoayuda new age.
Pero quitando esos leves defectos y sin entrar en la discusión de si cada uno cree en lo que cree Morrison, el libro es una interesante lectura para conocer el mundo del cómic de la mano de uno de sus mejores y más contemporáneos arquitectos, un genio algo egocéntrico, pero que ha dado al noveno arte algunas de las mejores y más innovadoras obras de la historia del cómic, mal que les pese a sus muchos detractores.
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