28 de enero de 2012

Deadpool Max 2: Involuntary Armageddon de David Lapham y Kyle Baker


Deadpool Max 2: Involuntary Armageddon de David Lapham, Kyle Baker y Shawn Crystal (Deadpool Max 7 al 12 USA)

Si hay un guionista al que se le ha ninguneado relativamente en los últimos años ha sido a David Lapham. Este ha pasado del aplauso unánime de los lectores ajenos al mainstream por la excepcional Balas Perdidas a ser obviado por estos mismos fans en el momento en el que Lapham se pasó a las dos grandes, realizando obras fallidas como su etapa en Detective Comics junto a Ramón Bachs, a trabajos tan reivindicables y originales como sus dos obras para la línea Vertigo como Silverfish y sobre todo Young Liars.

Mientras tanto, Lapham ha pasado desapercibido para el lector mainstream. Así que su oportunidad de hacerse notar le ha llegado con su peculiar visión del famoso y sobreexplotado mutante Masacre junto a otro talento que se merece también mucho más reconocimiento que el obtenido, Kyle Baker.


Una apreciación: Todo aquel que sea fan del Masacre de Nicieza, Liefeld y cía, o de la espantosa versión del mismo por autores tan poco hábiles como Daniel Way, que se abstengan de leer esta colección. El Masacre de Lapham y Baker es un oasis dentro del cómic actual. Un tebeo que recupera la subversión inteligente de autores como Miller o Chaykin y los excesos gráficos de un Bill Sienkiewikz, sobre todo porque Baker ha abandonado su estilo cartoonesco de obras como Plastic Man o You Are Here, para volver a sus inicios sucios como Justice Inc.


Esta última obra con bastantes puntos en común con este Masacre. Agentes dobles y triples, organizaciones y gobiernos conspiradores y terroristas y una visión negra de la naturaleza humana. De obras anteriores de Lapham también podemos encontrar muchos puntos en común. Protagonistas masculinos convertidos en peleles de mantis religiosas (aquí sería Bob, el agente de la CIA y verdadero protagonista de la colección) como en su Balas Perdidas o sobre todo Young Liars. Pero también tenemos esas figuras infantiles completamente alejadas de la inocencia que se les presupone como en Balas Perdidas y aquí encarnadas en el penúltimo episodio del tomo.


Todo ello aderezado por supuesto con mucha violencia, mucho sexo y mucha pero mucha mala leche. Pero todo ello tomado con un humor negro que te distancia muy mucho de lo ocurrido ante los ojos del lector y que emparenta con el absurdo de los hermanos Marx (no es casualidad que Masacre esté viéndo una película de ese trío de genios en uno de los capítulos del recopilatorio).


Divertida, crítica y caustica y sobre todo muy atrevida. Ingredientes a los que se le suma la inteligencia de lo contado y planteado y que se aleja mucho tanto en intenciones como resultados de obras supuestamente polémicas pero excesivamente pueriles, como por ejemplo los últimos trabajos de autores como Garth Ennis o Mark Millar.

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