Déjame Entrar de Matt Reeves. Reseña de actualidad

Déjame Entrar de Matt Reeves (Let Me In, 2010).

"Déjame Entrar" es el remake de una famosa película sueca que revolucionó el panorama del fantástico y terror hace un par de años, en concreto la manida y sobada temática vampírica. He de decir en primer lugar que la película original (basada en el best-seller sueco) no me gustó en absoluto. Me pareció que la idea era original (la amistad que se forma entre un niño maltratado en el colegio y sin ningún amigo y la niña-vampiro que viene a vivir a su bloque de edificios) pero que quedaba lastrada por un ritmo moroso y pesado, demostrándome a mi y las personas que vieron la película conmigo (que casi me retiraron el saludo) que el cine sueco no estaba hecho para nosotros.

Pero cuando supe que la primera producción de la revitalizada y añorada productora inglesa Hammer (autora para quien no lo sepa de las clásicas películas de Drácula de Christopher Lee y Peter Cushing) sería un remake de la cinta sueca y que su director sería Matt Reeves (director de la excelente Monstruoso) me picó la curiosidad. ¿Sería capaz el cine norteamericano de imprimirle más ritmo al original sueco (le pese a quien le pese, el cine americano le da mil vueltas en cuestión de ritmo en líneas generales a cualquier producción del resto del mundo) sin quitarle ni un ápice de su ambiente perturbador y desasosegante). La respuesta es sí.

Es imposible decir que el ritmo de la película sea arrollador, ya que sigue (por lo que recordaba) paso a paso la película original y su ritmo pausado. Pero es un ritmo pausado, no cansino y el remake se pasa como un suspiro. Ayuda la excelente dirección de Matt Reeves, que aporta la tensión y el mal rollo que necesita la historia, trasladando geográficamente la historia desde Suecia a un nevado e inhóspito pueblo de Nuevo Méjico en Estados Unidos en la misma década que el original, los años 80. Esta época sirve a Reeves para demostrar el estado de sitio y terror a lo desconocido que la era Reagan llevó al pueblo estadounidense.

El guión, partiendo de material fantástico (una nueva vuelta de tuerca al género vampírico, que es de agradecer que devuelva al vampiro la capacidad de incomodar y aterrar, acostumbrado el público actual a vampiros metrosexuales de saldo, como los de la execrable saga Crepúsculo y la estúpida y pretendidamente rompedora True Blood) trata temas como el efecto que provoca en un niño la separación de sus padres, el infierno del "bullying" en edades tan tempranas y las represiones religiosas que provocan monstruos.

El reparto está a la altura de la excelente dirección, en especial Chloe Moretz, la revelación de Kick Ass (Hit-Girl) que borda su personaje de Abby, la niña vampiro, aportando a su personaje las sutilezas necesarias para ser encantadora, tierna, conmovedora y aterradora cuando la historia y su personaje lo necesitan.

Mención aparte merece la extraordinaria banda sonora del mejor compositor del cine y la televisión actual, Michael Giachino (Lost, Up, Los Increíbles, Speed Racer) que vuelve de nuevo a demostrar su versatilidad, enriqueciendo con sus acordes las imágenes de Matt Reeves.

En definitiva, un excelente remake que supera a su homónimo original (me lloverán las críticas de los puristas) convirtiéndose en una de las mejores propuestas fantásticas de 2010.