26 de noviembre de 2010

Pluto de Naoki Urasawa. Reseña comiquera de actualidad



¿Qué significa ser humano?¿Qué nos hace únicos?¿Es algo positivo o negativo?¿Sería posible que una máquina fuera humana? A todas estas preguntas, intenta dar respuesta Naoki Urasawa en su última obra, "Pluto".

Urasawa es, como todo buen aficionado al manga sabe, uno de los mejores y más importantes autores del cómic japonés de los últimos años. De su cabeza han salido dos de las mejores series publicadas en el mercado japonés: "Monster" y "20th Century Boys". Maestro de la intriga y el suspense, con un don superlativo para la narrativa, su único pero quizás, es el de enrevesar y alargar sus tramas hasta el infinito, provocando que el final de sus obras no esté muchas veces a la altura del excelente planteamiento inicial. Lo bueno, es que en esta ocasión no es así.



"Pluto" es el homenaje que Urasawa ha dedicado a la figura más importante del cómic japonés, Osamu Tezuka y a su creación más famosa, Astroboy. En particular, Urasawa replantea y moderniza la historia "El mejor robot sobre la faz de la tierra", en una historia que bien podría considerarse el "Watchmen" del manga. Al igual que Moore hizo con los inocentes y bienintencionados superhéroes de la Charlton, Urasawa lo hace con Astroboy y el género de los mecha.



El planteamiento de la historia, es el comienzo de una serie de crímenes, cometidos por un ser desconocido a los mejores robots del mundo y a sus científicos. Adentrándonos en la trama, descubrimos que todo es debido a la venganza de un régimen político que fue invadido y bombardeado sin una verdadera justificación por los países aliados, siendo una crítica clara y evidente a la segunda guerra del golfo.



Por lo que una trama aparentemente policial, se convierte en política y sobre todo en un magnífico estudio de la personalidad humana y el dilema moral de la ciencia y la robótica, planteando la dudosa moralidad de que el hombre juegue a ser dios. Por supuesto, a lo largo de nueve volúmenes que se leen en un suspiro, Urasawa juega al despiste, haciéndonos devorar sus páginas hasta llegar a una conclusión épica, pero también emotiva y poética.

Porque en esta ocasión, la limitación de volúmenes ha favorecido positivamente a la obra. Si "20th Century Boys" pinchaba en sus volúmenes finales, era por el abuso por parte de Urasawa de marear la perdiz y engañar al espectador con falsos y múltiples finales que acababan provocando la desidia en el lector. En esta ocasión, la estructura y duración de la obra está mejor medida, a lo mejor también porque el planteamiento inicial no es tan poderoso o tan ambicioso como el de sus dos anteriores obras.



Por supuesto, todo aquello que hace grande a Urasawa y le hace destacar por encima de la mayoría de los autores contemporáneos (espléndidos personajes excelentemente caracterizados, ritmo endiablado, subtramas que bien podrían merecer un serial aparte) siguen presentes, haciendo las delicias de sus seguidores.

Una de la mejores obras de este año y una cita inexcusable para todos los fans de Urasawa, del manga y del buen cómic.

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