La Piel Que Habito de Pedro Almodovar (2011).
Fascinante, hipnótica y arriesgada. Son los adjetivos que vienen a mi cabeza tras visionar el último trabajo del "enfant terrible" del cine español. Almodovar, el mejor autor de nuestra cinematografía patria, situado en una posición y una veteranía que podría convertirle en un director acomodaticio, se sale por la tangente y entrega un trabajo rompedor y polémico que sirve como un soplo de aire fresco para un cine contemporáneo que en la gran mayoría de los casos tira por caminos convencionales y muy políticamente correctos.
La película, adaptación de la novela "Tarántula" del escritor frances Therry Jonquet es un verdadero descenso a los infiernos de la obsesión, un film negro no, negrísimo, que nos trae a un Almodovar más cercano a sus experimentos fallidos como "Kika", pero con un resultado extraordinario, entregando la que quizás es su mejor película hasta la fecha.
Eso no quiere decir que no estemos ante una película 100% Almodovar. Al contrario. La personalidad del manchego supura a través de todos los planos del filme. Pero nos encontramos con un Almodovar que no tiene ni quiere demostrar nada a nadie, solo a si mismo. En una extraña contradicción, es su filme más rebelde y revolucionario desde su debut con "Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón" pero a la vez es su película más aséptica, más cuidada formalmente, sobre todo con esa primera media hora que le acerca a las frías atmósferas Cronengberianas, sobre todo del Cronenberg de "Inseparables".
La historia de un cirujano plástico (un Antonio Banderas que toca su cima interpretativa, en su mejor trabajo desde Átame de Almodovar) que tiene encerrada en su casa a una enigmática y bella joven (una excepcional Elena Anaya, que se come la pantalla cada vez que aparece en escena) con la que experimenta nuevas y prohibidas técnicas de cirugía, le sirve al irreverente autor para plasmar en apariencia múltiples tramas e historias paralelas que cual telas de araña, descubrimos al final del largometraje que confluyen en un mismo punto.
Almodovar juega al despiste, a la provocación, tratando de nuevo la obsesión, el voyeurismo y el sexo de una manera directa, sin tapujos, que muy posiblemente hiera la sensibilidad de espectadores no acostumbrados a ver reflejado en pantalla de manera tan visceral y directa, unos personajes y una sexualidad tan enfermiza como subyugante y un relato que te atrapa desde sus minutos iniciales y no te suelta hasta que finaliza con una escena final que remata de manera contundente una película sin mácula.
Obra solo recomendable para espectadores con mirada curiosa y aficionados a los excesos. Un trabajo polémico pero magistral y muestra de que Almodovar tras 30 años de carrera sigue más vivo y moderno que nunca, demostrando que es el cineasta español con mayor talento del panorama actual. Una obra maestra.
Gran película de Almodóvar.Engancha desde el primer segundo cuando ves a Elena Anaya cubierta con un body de cuerpo entero y realizando unas esculturas con pedazos de telas. Elena está increíble durante toda la película. Y Banderas vuelve a demostrar que es mucho más de lo que vemos en Hollywood.
ResponderEliminarRecomendable al 100%.