Mulholland Drive de David Lynch (2001).
Hablar de David Lynch es hablar del mejor director de la escena contemporánea y de uno de los mejores directores de la historia del cine, al menos para el que suscribe. Y Mulholland Drive es su mejor película, ex-aequo con esa otra obra maestra que es Lost Highway, las cuales componen una trilogía de la mente que se completa con la extraña y excesiva, pero apasionante Inland Empire, su última obra hasta la fecha.
Aunque ya hablé de ella de manera somera, en mi entrada sobre lo mejor de la última década, aprovecho su reciente visionado gracias a la edición en Blu-Ray que acaba de publicarse en Inglaterra (por cierto, excelente edición, con un master en HD impresionante y nuevos extras para la ocasión más que buenos, envueltos en una presentación de lujo) para hablar más en detalle de esta maravilla del séptimo arte.
Mucho se ha dicho y escrito acerca de esta obra, (que en sus inicios iba a ser el piloto de una nueva serie de televisión y que tras su cancelación, reconvirtió Lynch en película) y mucho se ha hablado también sin conocimiento de causa, sobre la estúpida idea de que el cine de Lynch no tiene ni pies ni cabeza y que se va inventando las cosas como le van surgiendo. Nada más alejado de la realidad.
El cine de Lynch no es un cine al uso. Exige del espectador una implicación que la gran mayoría de los espectadores no están dispuestos a aceptar. El cine de Lynch es un cine de los sentidos, es un laberinto en el que el espectador se sumerge y del que sale mucho después de abandonar su visionado e incluso del que nunca se vuelve a salir.
El gran problema para los espectadores del filme, es su media hora final, media hora donde Lynch, como el maestro prestidigitador que es, da un vuelco completo a aquello que nos está contando, descolocando al espectador. Pero no es un vuelco porque sí, la solución no es la que mucha gente dice: "es todo un sueño". Sí y no, pero también todo lo contrario.
Imprescindible para comprender el cine de Lynch, es la obsesión del mismo con la figura del doble, las personalidades escindidas. Lo encontramos a lo largo de toda su obra. En "Blue Velvet", en las dos caras de ese pueblo llamado Lumberton, lugar idílico que se torna oscuro en el momento que rascamos un poco la superficie, mostrándonos un lugar sórdido y decadente poblado de seres extraños y decadentes, o el propio protagonista de la historia, un joven Jeffrey apocado y honesto (interpretado por el antiguo actor fetiche de Lynch, Kyle McLachlan) que también se deja seducir por el lado oscuro de la vida, mostrándonos otra faceta de su persona. O la dualidad latente en Twin Peaks, tanto la serie como el filme, donde la figura del doppelganger se hace físicamente manifiesta con ese ser llamado Bob, o las dobles vidas de la apacible localidad ficticia. Pero sobre todo, donde más se muestra esa dualidad, esa escisión, es en la magistral "Lost Highway", donde toda la película es la dualidad. La película se divide en dos partes claramente diferenciadas, los personajes se doblan y duplican, teniendo dos de cada uno y por supuesto, la sombra de Vértigo, la obra maestra de Alfred Hithcock, es alargada.
Y Mulholland Drive tiene mucho de esta Carretera Perdida. Para empezar tenemos dos mujeres, Betty y Rita, una rubia y otra morena. La primera, interpretada magistralmente por el mayor descubrimiento femenino de la última década, Naomi Watts, es una aspirante a actriz, inocente y naive que viene con toda la ilusión del mundo a comerse Hollywood. La otra, Rita (Laura Helena Harring) es una mujer amnésica tras sobrevivir a un accidente de tráfico en Mulholland Drive, tras un intento de asesinato. El largometraje también se divide en dos de manera abrupta, tras la sobrecogedora y fascinante escena del Club Silencio (una de las mejores escenas de la filmografía de Lynch que quita el hipo, planificada y compuesta de manera brillante) la luminosidad y belleza de la más de primera hora y media de película se convierte en una película completamente diferente pero complementaria a lo acontecido con anterioridad, pasando de la luz a la oscuridad, de lo bello a lo bellamente feísta ( cada plano en el apartamento de Diane/Betty parece sacado de un cuadro de Edward Hopper), de las escenas sosegadas y con un montaje clásico y pausado a una media hora final estridente, de montaje abrupto y cortes en el espacio/tiempo fascinantes.
Esa última media hora del largometraje es lo que ha provocado tanta polémica, provocando en la gran mayoría de los espectadores una sensación de extrañeza, incomprensión e incluso de tomadura de pelo. Nada más lejos de la realidad. Ni es incomprensible, solo es necesario estar atento y de ninguna de las maneras es una tomadura de pelo. La película está pensada y bien estructurada, donde cada escena, cada mirada, cada frase de diálogo está colocado con una razón y un propósito, no dejando nada al azar o a la casualidad, algo que el propio Lynch fomenta con su hermetismo habitual a la hora de hablar de sus largometrajes.
La película se podría intentar concretar de manera bastante simple: Una actriz (Diane/Naomi Watts) de mala muerte, no consigue triunfar en el Hollywood de sus sueños y para rematar, tiene la mala suerte de enamorarse de otra actriz (Camille/Laura Helena Harring) que consigue triunfar gracias a sus contactos con la mafia y que se casa con un director vendido (Adam Kesher/Justin Theroux) abandonándola y dejándola con el corazón roto. Diane, despechada y enloquecida contrata los servicios de un asesino para que acabe con ella. Desolada por lo que ha hecho y con la mafia en sus talones se suicida. Pero antes de suicidarse sueña una vida idílica (la primera hora y media del filme) donde ella se llama Betty y tiene una vida idílica donde todo le sale bien (vive en una buena casa, los directores de casting la llaman y la aplauden) y además conoce a una mujer amnésica (Rita/Laura Helena Harring) que se enamora perdidamente de ella.
Pero esto sería quedarse solo con la superficie de tan magistral largometraje. Porque no podemos decir tajantemente, como muchos cronistas y críticos sesudos han afirmado, que la primera hora y media del filme es un sueño y la media hora larga restante es la realidad. Esta es una visión muy pobre y simplista de la profunda y compleja obra maestra que Lynch planta ante nuestros incrédulos ojos.
Por supuesto que en la primera hora y media del filme, todas las escenas que comparten Naomi Watts y Laura Helena Harring en sus respectivos personajes de Betty y Rita son la proyección de los deseos del personaje de Diane (Naomi Watts) de una vida mejor. Pero poco a poco, la realidad se va abriendo paso, primero de manera gradual, como en la escena del casting de actrices donde Adam Kesher vende su alma, y cruza miradas con el personaje de Naomi Watts y ambos se miran aterrorizados, hasta el desolador descubrimiento del cadáver de Diane (la auténtica Naomi Watts), auténtico punto de inflexión del filme que lo remata la anteriormente comentada escena en el Club Silencio, donde los personajes descubren al igual que el espectador, que todo lo que han visto es una ensoñación, una farsa.
Pero dentro de esta primera hora y media también hay una gran cantidad de escenas que pertenecen a la "realidad" y son todas aquellas en las que no aparecen los personajes de Betty y Rita. Son todas aquellas protagonizadas por el director Adam Kesher, el rodaje de su película y los mafiosos y matones que pululan a su alrededor y a los que tiene que doblegarse y venderse si quiere triunfar en Hollywood. Desolador el retrato de Hollywood como el lugar de los sueños rotos, donde la aparente luminosidad de LA, queda teñida por la oscuridad de una depravada industria del espectáculo, donde Lynch con su magistral humor negro no deja títere con cabeza, vengándose seguramente de un sistema de estudios que él detesta y que son la antítesis de su obra y su estilo único de realizar películas.
Por lo que al final Lynch obliga al espectador, como si de un laberinto o un juego se tratase, a recomponer las piezas de su hermosa pesadilla y que cada uno elija que es real y que no, que escenas se complementan y cuales se contradicen para recomponer en el fondo una historia cuyo tema de fondo es el amor obsesivo y las terroríficas consecuencias del mismo.
Leído esto, parece que hay que hacer un master para disfrutar de esta obra como se merece. Pero nada más alejado de la realidad. Lynch consigue hacer fácil lo difícil, realizando una obra que aun siendo de las más personales de su filmografía (¿y cuál no lo es?) es con Twin Peaks la de mayor accesibilidad para aquellas personas ajenas al fascinante y único universo de Lynch y con el que a lo mejor se atreven y arriesgan entrar en el resto de su filmografía.
Porque Mulholland Drive, al igual que lo fue Twin Peaks y en general todas las obras de la filmografía de Lynch, es una obra multigenérica, es decir, no se puede englobar en un solo género cinematográfico. Es un drama (la historia de amor), es una comedia (la escena del director en su casa con la mujer y su amante, o la reunión con los productores de la película), es una película de terror (el fascinante encuentro de Betty con su otro yo, Diane, muerto en la cama, el Club Silencio, la aterradora y espeluznante escena final entre Diane y la proyección de sus abuelos, que en su mente son los culpables de todos sus males, ya que la inscribieron de pequeña en el concurso de Jitterburg). Todo esto, esta mescolanza de géneros, hacen de Mulholland Drive una obra única y excepcional.
Podría estar horas y horas hablando de los mil y un detalles que tiene cada escena, cada plano, cada línea de diálogo, cada mirada o gesto de todos y cada uno de los personajes de esta obra, interpretados todos ellos por un elenco de actores en estado de gracia (sobre todo Naomi Watts con dos personajes completamente diferentes, pero extrañamente complementarios, donde la actriz da rienda suelta a todas sus habilidades dramáticas) o de las escenas paralelas, antagónicas y contrapuestas que el filme va diseminando por su extenso metraje que se hace corto. Solo decir para finalizar, que nos encontramos con una de las mejores películas de la historia del cine y que recomiendo a toda persona que quiera ver algo diferente y excepcional.
Me ha encantado este post!!
ResponderEliminaren el fondo que es? una película sobre un corazón roto en ese mundo frívolo que es Hollywood, un dolor que hace que haga auténticas locuras...y una ilusión...que ojalá todo hubiese sido diferente y mejor.
Tu "amigo" Lynch y yo no nos llevamos demasiado bien pero, desde luego, puedo decir que me quedo con esta película sin ninguna duda y, como ya te dije en el post sobre las mejores de la década, me quedo con el momento en el Club Silencio...me pone la carne de gallina y un nudo en la garganta.
la escena donde Naomi empieza a temblar, es escalofriante
Eliminarmáximo respeto a todos los artistas y a Lynch tambien, pero uno de los mejores directores de la historia del cine....estas de broma
ResponderEliminarLa película que más me ha impactado en los últimos años, no he visto otra producción como esta, Lynch es un maestro, su concepto es un tanto diferente a lo que estamos acostumbrados pero no por eso deja de ser buena. La actuación de Justin Theroux me ha parecido a la altura de Lynch y su trama, actualmente el actor está en The Leflovers una serie de HBO.
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