27 de abril de 2010

Daybreakers de Michael y Peter Spierig. Reseña de actualidad.


Daybreakers de Michael y Peter Spierig (2010).

Nueva incursión en el género vampírico, excesivamente explotado en la actualidad, de la mano de la pareja de desconocidos hermanos Spierig. La película realizada por unos "fanboys", visto los resultados, mezcla sin ningún tipo de complejos fenómenos recientes y películas de ciencia ficción de última hornada de culto, como Matrix, Dark City, Gattaca y la televisiva True Blood.



La premisa(un futuro cercano, el año 2019, donde los vampiros son la raza predominante en la tierra y viven como ellos,teniendo a los humanos como alimento, un alimento que se les está acabando lo que provocará la extinción de los vampiros) aún mezclando cientos de elementos de anteriores trabajos, tiene elementos destacables y salvables, incluso la resolución final no está exenta de ingenio. Pero no solo de una idea feliz vive un largometraje, hay que saber crear personajes memorables para que el espectador se preocupe por ellos, y hay que saber contar esos acontecimientos de manera que el ritmo de la película fluya por si solo. Y en estos dos aspectos falla la película de los hermanos Spierig.



Los 15 primeros minutos del largo, donde plantean la interesante premisa, se dejan ver con gusto e interés, pero a partir de un accidente de coche y la aparición de los humanos, la película comienza a dar tumbos, no definiéndose en ningún tipo de género (llega un punto en el que no sabes bien si lo que estás viendo es una de terror, de acción o una distopía social). En estos 75 minutos restantes, que parecen el doble, hay momentos de genialidad -el ataque a la cafetería que sirve menos sangre en sus cafés debido a la escasez de la misma, o el momento en que los militares vampiros arrastran a la luz del sol a sus congéneres mutados para que ardan- pero que no hacen más que hacer evidente la falta de habilidad del resto de la función.



Más triste es, que se desaproveche a un trío de buenos actores como Ethan Hawke, Willem Dafoe y Sam Neill, que poco o nada pueden hacer con los personajes escasamente desarrollados que les han presentado, aunque mantienen el tipo, excepto Willem Dafoe que está para denunciarlo.



Al final lo que nos encontramos es un proyecto excesivamente ambicioso, con un punto de partida interesante y en cierta medida original, pero que la falta de experiencia, ya que estos hermanos tienen destellos de talento, hacen que el resultado final sea un batiburrillo de ideas deslavazadas y mal encadenadas que provocan a lo largo de la proyección la indiferencia del espectador

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