Detective Comics 868 y 869.
Antes del retorno de Bruce Wayne y antes de la llegada de Scott Snyder como nuevo guionista de la colección y protegido del mismísimo Stephen King, nos encontramos con una correcta etapa del guionista David Hine, autor que tan buena impresión dio con la miniserie Daredevil Redención en 2006 y que no había vuelto a dar muestras del talento que demostró en aquella ocasión. Esta saga en cuatro partes (estos números contienen la segunda y tercera parte de la saga) que comenzó de manera algo tibia en su primera entrega, explota en estos dos números, entregando una de las mejores sagas de los últimos tiempos, fuera absolutamente de cronología ya que aquí Batman es Bruce Wayne o por lo menos así lo parece, donde Hine recupera los logros de Frank Miller en Dark Knight donde aparecía un ejército de vigilantes psicóticos seguidores de Batman y que luego Nolan utilizó en su película "El Caballero Oscuro", con un toque de las historias del duo Grant/Wagner de los años 80,para ofrecer una historia más que interesante en una Gotham que agradará sobre todo a los seguidores de Nolan. Muy recomendable, sobre todo porque seguramente pasará desapercibida ya que se considera tristemente una historia de relleno.
Batman Streets of Gotham 16.
Tras el impasse que fue la prescindible y que no aporta nada nuevo historia de Dos Caras que finaliza en este ejemplar como el complemento que nunca debió dejar de ser, recuperamos la interesante historia acerca del pasado de Hush y la familia Wayne que nos brinda Paul Dini. El atmosférico dibujo de Nguyen excelente como siempre. Buena serie con el regusto del Batman más clásico.
Gotham City Sirens 15 y 16.
Buen ejemplo de que hay que saber cerrar una serie si los autores que la iniciaron han abandonado el barco. Primero fue el fabuloso Guillem March y más tarde su guionista Paul Dini, en una etapa corta pero intensa, que nos hizo rememorar el tono y estilo de los mejores episodios de la serie de animación de Batman de los 90, del propio Dini con Bruce Timm. Lo de ahora es una aberración que ha quitado toda razón de ser al título. Entre el malo a rabiar Tony Bedard como guionista y su todavía peor sustituto Peter Calloway (autores de segunda que provocan cancelaciones inminentes) y el dibujo (por llamarlo algo) del amateur Andrés Guinaldo, que no llega al nivel necesario de un fanzine adolescente fotocopiado en el Workcenter del barrio, provoca daños irreversibles en la retina y el cerebro del incauto lector. Fin del sufrimiento. No leeré ni un número más. Espero que la cancelen a la de ya. Lo bueno: las excelentes portadas de Guillem March. Que desperdicio.
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