DAREDEVIL 48 (DAREDEVIL 500 USA).
Lo primero, collejón a Panini España, por engañar de nuevo a sus lectores. El dibujo que veis al principio del post, una magnífica portada tríptica celebrando el nº 500 de la edición americana de Daredevil, ha sido escamoteada por Panini al lector español, ya que no han tenido la decencia de editarlo con portada desplegable, quitándonos el tercio de la derecha de la portada, al módico precio de 3,90 euros el ejemplar.
Después de esto, una más de las tropelías que el aficionado español debe sufrir si quiere leer sus series favoritas en su idioma materno, (por eso cada vez tiro más de ediciones originales: más bonitas,y más baratas), he de retractarme de mis palabras acerca de que Brubaker no estaba haciendo nada original en esta colección. Este último número hace que toda su etapa la vea bajo otro prisma. Y a partir de ahora, SPOILERAZO para el que todavía no haya podido leer el ejemplar.
Brubaker finaliza su etapa de más de 3 años, a cargo de las aventuras del Hombre Sin Miedo, con un giro que el personaje necesitaba desde hace largo tiempo. Desde el título de esta última saga al frente del personaje "El Retorno del Rey", Brubaker ha estado engañando al lector. El título nos hacía creer que era la vuelta del rey del crimen Kingpin, con el que comenzó la saga, pero nada más alejado de la realidad. El rey que tenía que retornar, era Matt Muurdock, Daredevil, pero para hacerse cargo del grupo de asesinos al que se ha enfrentado toda su vida: La Mano.
La última viñeta de este cómic que tiene sabor de despedida, porque muy bien podrían acabar las aventuras del personaje tras este número (¿qué más se puede contar?), es de Murdock liderando a esta banda de asesinos ninja, bajo las cloacas de su ciudad, Nueva York. Pero lo que podría ser un golpe de efecto de un guionista mediocre para llamar la atención al final de una etapa corriente, en manos de Brubaker se convierte en una relectura total no solo de su etapa al completo, sino que ha sido un clavo más en el ataúd en la vida de espinas en que se había convertido la vida de Murdock. Nunca había sido fácil, pero desde la etapa de Bendis, pero sobre todo en esta última etapa de Brubaker el personaje no levantaba cabeza. Decubrían su identidad, su mujer perdía la cabeza por culpa suya, era perseguido por los medios, y su propio buffete de abogados y su relación con su socio y amigo, Foggy Nelson había llegado a un punto de no retorno. Murdock, a punto de una crisis nerviosa, estaba aislado del mundo, física, por su ceguera, y anímicamente, ya que había dejado de sentir, de tanto sufrir. Por lo que,que Murdock abandone su mundo para redimirse de sus pecados, bajando a los pozos del infierno ha enfrentarse y superar a sus demonios, representados metafóricamente por las alcantarillas de Nueva York, más su eterna lucha de fé por su arraigado sentimiento católico, era la opción más lógica. Había que hacer avanzar al personaje de una vez, separarse del camino y la sombra que el trabajo de Frank Miller realizó en los años 80. Y Brubaker lo ha conseguido.
Su relevo al frente de la colección será el guionista Andy Diggle, autor que ni me va ni me viene, y que creo que tiene el listón muy alto, para alcanzar, no digo ya superar, que lo considero imposible, el trabajo realizado en la última década por Bendis y Brubaker. Se cierra con broche de oro, una de las mejores etapas que ha vivido este personaje, y que será recordada a lo largo de los años. Buen trabajo Ed.
Para completar este número de aniversario, a parte de mil y una portadas alternativas que tuvo este número 500, tenemos una historia de 13 páginas, guionizada por Ann Nocenti, escritora que realizó otra memorable etapa del personaje a finales de los 80 y principios de los 90, y dibujada por el gran David Ajá, dibujante español, que hace un uso de la composición de página espléndido, imitando el estilo del gran David Mazuchelli, demostrando que estamos viviendo una edad de oro de dibujantes españoles, y que el mercado americano no sabe la suerte que tiene contando con ellos. Una pequeña historia íntima, para rematar un magnífico número de aniversario.
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