Buffy The Vampire Slayer Season 8: Last Gleaming de Joss Whedon, Scott Allie y Georges Jeanty (Buffy The Vampire Slayer Season 8 36 al 40 y Buffy The Vampire Slayer: Riley USA).
Llegamos al final de la octava temporada de Buffy, rescatada en el medio impreso gracias al amor que Joss Whedon profesa hacia el medio. Una alegría para todos aquellos espectadores que nos sentimos huérfanos tras la séptima y última temporada y que nunca quisimos abandonar Sunnydale.
Gracias a que el cómic era un medio cuyo único límite era la imaginación, Whedon pudo desplegar todo aquello que quiso introducir en la serie televisiva pero que no fue capaz debido que habría sobrepasado el limitado presupuesto que una serie de televisión conlleva.
Pero ese handicap también se convirtió en su gran baza, haciendo de las limitaciones una virtud, explayándose más en los personajes y sus situaciones cotidianas, en sus interacciones que en el gran espectáculo pirotécnico. Algo de lo que ha adolecido esta octava temporada, que ha tenido sus altibajos, llenos de grandes momentos, pero que en algunas ocasiones se dispersaba en algunos aspectos, provocado por el gran y ambicioso tapiz que Whedon había planteado debido a esa falta de limitación.
Y la pregunta más importante es, ¿estamos ante un final de temporada memorable, que es lo que realmente este octavo volumen de la colección? La respuesta es un sí mayúsculo, porque tiene lo que toda season finale tiene que tener: acción a raudales, apariciones de personajes largamente desaparecidos, muertes inesperadas, cierre de todas las tramas, tanto principales como secundarias, y de nuevo, marca de la casa Whedon, un nuevo status quo, más cercano y terrenal que esta octava temporada que sirve como prólogo de lo que será una muy diferente pero seguramente memorable novena temporada de la serie.
Así que ya sabéis, Buffy no ha terminado. Es la creación más preciada del gran Whedon y como dice en su epílogo al final de volumen, esta octava temporada con sus aciertos a lo mejor había intentado abarcar más de lo que podía y la serie y sus personajes habían perdido algo de la magia que los hizo inmortales. Pero Whedon, sabio como pocos y con la humildad suficiente para aprender de sus errores, lo que lo hace más grande, devuelve a Buffy a sus orígenes, pero no a la manera de un reboot, sino como hacen los grandes narradores haciendo que lo ocurrido en toda la trayectoria del personaje a lo largo de toda su historia importe y la siga haciendo crecer y madurar, originando un personaje y un universo en continua expansión y crecimiento, y lo más importante, poblada por personajes que podrían existir en la realidad.
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