Margin Call de J.C. Chandor (2011).
El siglo XXI no ha comenzado con buen pie para la raza humana. Comenzamos el siglo con el atentado terrorista más grande de la historia de la humanidad y hemos terminado su primera y convulsa década con la mayor crisis financiera que ha existido jamás, casi como si ese terrible atentado hubiera sido el aviso de los tiempos que nos tocaría vivir.
Como siempre, el cine ha reflejado los acontecimientos importantes de nuestro día a día, y si durante esta última década han surgido filmes que se aproximan a los acontecimientos de ese fatídico día de manera nefasta como "World Trade Center" de Oliver Stone o sublime como "United 93" de Paul Greengrass, era inevitable que el crack del 2008 iba a ser motivo cinematográfico de primer orden en los próximos años.
Y he aquí que un joven y prometedor guionista y director llamado J.C. Chandor se adelanta a todos y firma una ópera prima que brilla por su inteligencia, su valor social, su ritmo lento pero desasosegante y una dirección de actores absolutamente excepcional, en un reparto de campanillas donde las viejas generaciones (Jeremy Irons, Kevin Spacey, Stanley Tucci, Demi Moore) se funden en perfecto armonía con la nueva generación cinematográfica y televisiva (Paul Bettany, Zachary Quinto y Simon Baker).
Porque Margin Call es una película coral, donde todos y cada uno de los actores tiene su momento, y el guión les acompaña a lo largo de las dos horas de metraje más terroríficas que he podido ver en mucho tiempo.
Terroríficas me refiero, a que lo triste es que es real lo que cuenta esta película, o al menos es una representación muy inteligente de lo que pudo ser el final de la banca financiera "Lehman Brothers" y lo que la codicia y la usura de esto grupos financieros y parte de la sociedad contemporánea actual ha provocado en nuestro mundo.
La opresión que el espectador siente a lo largo del metraje, de escenarios limitados y claustrofóbicos todos ellos desarrollados en el interior de las oficinas de la empresa es un reflejo de sus personajes, víctimas inconscientes del mismo sistema que ha arruinado a gran parte de la población mundial, esclavos de un trabajo y un estilo de vida del que no pueden escapar.
Chandor no es amable con sus criaturas, porque tampoco lo merecen, pero tampoco es despiadado. Porque su gran acierto es desnudarles emocionalmente y dejar ver a través de su fría fachada que en el fondo son seres humanos, con las mismas debilidades y miedos que todos. El que peor parado sale de todos ellos es el dueño de la compañía, interpretado con pulso y firmeza por Jeremy Irons, un individuo sin escrúpulos que como las ratas en el barco que se hunde, prefiere salvar su cuello y sacrificar al resto de la humanidad. Como dice su personaje, siempre habrá ricos y siempre habrá pobres, un pensamiento frío y calculador, al igual que los personajes de este documento fundamental de los tejemanejes de un sistema financiero deshumanizado que ha pasado su factura al ciudadano de a pié, el cual, como también refleja el filme, tampoco está libre de culpa.
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ResponderEliminarSaludos,
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