Splice, Experimento Mortal de Vincenzo Natali (Splice, 2010).
La tercera película de la poco prolífica carrera del director Vincenzo Natali demuestra tras su anterior filme de escasa repercusión “Cypher” (un Matrix de escasa enjundia) que su ópera prima y su talento fue flor de un día, la en su momento laureada “Cube”, una más que interesante obra de terror-ciencia ficción que suplía su escaso presupuesto con altas dosis de talento y originalidad en una claustrofóbica obra que mantenía en vilo al espectador en sus escasos 90 minutos de duración.
Pero la nueva película de Natali demuestra lo que ya auguraba su segundo largometraje y es la escasa originalidad de sus planteamientos a excepción de su primera obra. Si en “Cypher” tomaba la idea de la realidad virtual como eje de su filme en esta ocasión trata el en exceso manido tema del hombre jugando a Dios creando vida, tema que lleva siendo tratado desde la seminal novela “Frankenstein” de Mary W. Shelley y que otros autores han tratado de una manera mucho más acertada, como Ridley Scott en “Blade Runner” o David Cronenberg en “La Mosca”.
Natali llega unas cuantas décadas tarde en un filme que se inspira en algunos aspectos en los diseños orgánicos del maestro suizo H.R.Giger para el Alien de Ridley Scott y en la atmósfera fría y a la vez turbia del canadiense David Cronenberg para su remake de “La Mosca”.
El problema es que a parte de su escasa originalidad, ya que el espectador curtido levemente en el fantástico sabrá adivinar los poco sorprendentes giros de la trama, Natali no consigue imprimir el ritmo y la angustia de Scott en Alien, ni la sucia sordidez gélida del mejor Cronenberg, ambos sus mayores referentes.
Por lo que nos encontramos con un filme realizado por un artesano con escaso talento, nada original que deja al espectador tras su visionado igual que cuando entró, demostrando que las expectativas puestas en Natali en el año 1998 tras su sorprendente “Cube” eran completamente infundadas, convirtiéndose en un realizador del montón con ínfulas de autor.
que aburrimiento de peli!! y que lástima de escenas "eróticas" que no llegan ni a la "e" de la palabra...que vuelva al cubito!!
ResponderEliminarLas expectativas sí eran fundadas, otra cosa es que Natali no haya estado a la altura de las mismas.
ResponderEliminarAnónimo, cuando la mejor película de un director es su primera obra, mala cosa. Natali consiguió una interesante película (hace tiempo que no la veo, no se como abrá pasado el tiempo por ella), pero el resto ha sido mediocre como poco, demostrando que era flor un día. Como diría mi querido Carlos Pumares, Cube se la hizo un primo. Que diferencia con otro autor que salió por la misma época, Darren Aranofsky, que se dio a conocer con PI, interesante pero la peor película de su filmografía comparada con las maravillas que ha ido entregando como Requiem por un Sueño o The Fountain.
ResponderEliminarPero que pasa?! Creo que es un error encerrar la cinta de Natali en el estereotipo de los thrillers clásicos, a mi parecer, y por como la trata, Natali logra que el espectador se olvide de que Dren no es una persona y ni hablar de la interpretación de Delphine Chanéac, ella logra humanizar a la criatura de una manera excepcional. El trabajo de ambos consigue que el personaje de Dren se quite ese titulo (por ciero muy malo) de "experimento mortal" y simplemente la convierte en un ser que busca su lugar en el mundo. Punto donde radica el valor de esta histora, por mucho que se quiera buscar la comparación fácil o la descalificación tópica y vacía de la misma.
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